domingo, 17 de septiembre de 2017

Los supersoldados ó el fracaso total de la democracia.


Dice Ioana Puscas que en 1805, durante la batalla de Austerlitz, parte de la infantería napoléonica recibió triple ración de licor para atacar mejor. Durante la guerra de Vietnam las anfetaminas volaban en el cerebro de muchos soldados norteamericanos... La historia de los supersoldados, es decir, de los combatientes con sus facultades alteradas para ganar en agresividad y violencia, no es nueva.

Recomiendo encarecidamente la lectura del artículo de Ioana Puscas (investigadora en el Centro de Política de Seguridad de Ginebra, http://www.gcsp.ch/News-Knowledge/Experts/Staff/Ms-Ioana-Puscas) "Los supersoldados", publicado en el último número de Le Monde Diplomatique en español (sept. 2017, pág. 3). Se trata de una descripción periodística, con muchos datos poco conocidos, acerca de cómo -sobre todo el ejército de Estados Unidos- se están invirtiendo grandes sumas de dinero en alterar la biología de cuerpos militares de élite para que actúen en determinados conflictos. La DARPA, Agencia Estadounidense para Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa, dispone de un presupuesto, para 2017, de 2970 millones de dólares.

Ioana Puscas, que trabajó como "asistente de investigación o proyecto para diferentes ONG y grupos de expertos. También completó una pasantía en la Sección de Planificación y Apoyo Civil-Militar (División de Operaciones) en la sede de la OTAN en Bruselas", nos dice en el mencionado artículo:

<<Numerosos proyectos de aumento de las capacidades físicas se basan en la ingeniería metabólica, la hibernación, la resistencia a la pérdida de sangre y las terapias genéticas (entre otras cosas para suprimir el dolor). El programa que tiene como objetivo crear un "soldado con un metabolismo superior" subraya la optimización de las funciones fisiológicas, como "modificaciones nutricionales" que permitan a los soldados sobrevivir durante mucho tiempo sin comida. La DARPA también ha financiado investigaciones universitarias sobre bacterias que ayudarían a los seres humanos a digerir y absorver nutrientes de sustancias habitualmente no comestibles. A medida que la genética progresa, las posibilidades de perfeccionar los procesos neurofisiológicos se multiplican también>>.


Opina Puscas que el arma total sería un humano estructuralmente conectado a los sensores de los drones, es decir, un humano cuya fisiología y conexiones neuronales estuviesen perfectamente adaptadas a los drones de guerra en un perfecto fedback que permita realizar, suspender, etc., órdenes de ataque. Las dos sencillas claves del avance de esta línea militarista de pensar los grandes ejércitos del mundo, sobre todo EE.UU., son: a) una selecta infantería de supersoldados evitaría el mantenimiento de grandes unidades, y b) podrían actuar sin problemas en una época en que la ciudadanía occidental no suele aprobar el envío de tropas a países extranjeros en guerra.

Las bases de Rota, Morón y Gibraltar, donde se acantonan las fuerzas de élite de los ejércitos más potentes de la OTAN, estarían frecuentadas quizás por estos supersoldados biónicos... con la consabida excusa de que vienen a defendernos de los yihadistas. Y puede que también las arterias principales de las grandes ciudades europeas podrían llenarse de estos seres casi imbatibles. Llegaríamos por esta vía a la militarización de toda la sociedad, es decir, al fin de la democracia. A cambio de la ansiada seguridad total, pagaríamos un precio que, a lo mejor, la mayoría de la población, machacada por la continua propaganda gubernamental a través de los telediarios y medios de comunicación habituales, aceptaría de buen grado.



En este vídeo, que se dedica con descaro a cantar las supuestas excelencias de la aplicabilidad civil de los adelantos de la investigación militar, encontramos un resumen sintético de algunos de los antidemocráticos proyectos de la Agencia Estadounidense para Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA).

No es que yo defienda que la guerra ha de practicarse, al margen de estas nuevas tecnologías, cumpliendo los antiguos códigos militares de  honor y respeto a las reglas de combate... No, lo que digo es que la política exterior y la política de Defensa quedaría (aún más) en manos de industrias militares, especialistas, cúpulas gubernamentales y militares, etc., es decir, que quedaría totalmente al margen de lo que pueda hablarse y decidirse en un parlamento. Y que la política exterior quedara al margen de los parlamentos y fuera del alcance de los objetivos de la solidaridad internacional entre los pueblos pues sería un hecho que causaría efectos letales (quizás peores que la permanente amenaza de las armas nucleares) sobre cualquier práctica democrática. Las guerras que se están diseñando y practicando son profunda y radicalmente antidemocráticas e incompatibles con el respeto a los derechos humanos más elementales.

En España las cosas van despacio (http://www.elmundo.es/elmundo/2010/05/25/espana/1274796637.html), pero, dado que somos plataforma de acción de la VI Flota en el Mediterráneo, pronto estaremos siendo utilizados por EE.UU. para la puesta en práctica de estas nuevas armas. Le deberemos semejante hazaña, como ya le debemos la instalación del escudo antimisiles o la ampliación de las bases, a un Partido Popular y un PSOE totalmente belicistas.