Ay, Dios...
Bueno, quería decir que
las personas que tienen humor son, ciertamente, inteligentes. Hay muchas pruebas de esto. Por ejemplo,
se cuenta de Einstein (una
persona que tuvo cierta participación -al parecer no determinante- en la
construcción de la primera bomba atómica**) esta divertida anécdota:
Un periodista le preguntó a Einstein: ¿Me puede usted explicar la Ley de la
Relatividad? y Einstein le contestó : ¿Me puede usted
explicar cómo se fríe un huevo?. El periodista lo miró extrañado y le contestó: ‘Pues, sí, sí que puedo’, a lo cual Einstein replicó: ‘Bueno, pues
hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un
huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego’.
…Aunque hay, por supuesto,
opiniones muy contrarias al humor vano: «Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se
morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además un chiste
malo» (Carlos Ruiz Zafón, según: http://es.wikiquote.org/wiki/Bomba_at%C3%B3mica),
donde la risa es un mecanismo defensivo de huida hacia la muerte.
Pero ¿se puede pensar acerca de
la guerra con cierto humor?. Sí, y se pueden decir cosas muy serias de la
guerra con humor. Yo no sé hacerlo, pero hay quienes sí saben. He encontrado un
memorable ejemplo (genial Gila aparte). Se trata del humorista Máximo en su libro “No a
la Otan y otros incordios” (Ed. Planeta, Madrid, 1981, 205 págs.). En este
libro hay un epígrafe titulado “Razones
por las que me declaro desertor en la tercera guerra mundial”, de las que
entresaco estas 20 razones (él ofrece hasta 69) que me han parecido
especialmente inteligentes y llenas de sabio humor:
1ª.- Quizás me sobreestimo, pero
doy más valor a mi vida que a un barril de petróleo.
2ª.- Trataré de evitar que Carter
y Jomeini se maten por medio de mi cadáver interpuesto.
3ª.- Prefiero vivir bajo la
amenaza soviética (o americana, o china, o chiita) que bajo una lápida.
4ª.- Holocausto no, gracias.
5ª.- Me trae sin cuidado que
Hollywood pierda una ocasión de ganar dinero y animar a los muchachos.
6ª.- No me seduce ser una parte
alícuota en la tumba del soldado desconocido.
7ª.- Tampoco, en el mejor de los
casos, desfilar en el gran día ante los rutilantes fabricantes de cadáveres.
8ª.- Estoy contra la masificación
industrializada del negocio de pompas fúnebres.
9ª.- Prefiero los arenques a las
arengas.
10ª.- Carezco de vanidad heroica.
11ª.- La guerra para quien la
trabaja.
12ª.- Dada la crisis energética
no puedo dilapidar mis reservas sanguíneas.
13ª.- Declino el honor de que los
estrategas se luzcan a mi costa.
14ª.- Creo que la vida es
bastante mortal por sí sola.
15ª.- No me gusta que para ser
libre me obliguen a formar.
16ª.- No tengo acciones ni
obligaciones en la industria de armamento.
17ª.- Prefiero que la cirugía
progrese con pacientes convencionales.
18ª.- Que abran mercados sin
abrirme a mí en canal.
19ª.- Soy partidario de
solucionar el paro por otros medios.
20ª.- ¿Cómo pueden preconizar la
guerra gentes tan preocupadas por la productividad?
Aunque a esta última pregunta
quizás Esperanza Aguirre, lo mismo que Pedro Morenés y otros políticos
importantes del PP o del PSOE, sabría responder perfectamente y sin humor: porque
la guerra es un gran negocio.
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Nota sobre la participación de
Einstein en la construcción de la bomba atómica: