El llamado escudo antimisiles es en realidad un ofensivo y sofisticado sistema de lanzaderas de misiles a lo largo y ancho del Mediterráneo y Europa central, que supondrá, entre otras cosas, que cuatro destructores estadounidenses tengan base permanente en Rota. Y todo ello, aprobado sin el más mínimo debate parlamentario, en un atropello a la democracia sin precedentes.
Imitando el necrológico abrazo Bush-Blair-Aznar de las Azores en 2003, a punto de salir a tomatazos del Gobierno y no satisfecho con haber hurtado a la ciudadanía el derecho a votar un referéndum para modificar o no la Constitución, de pronto, el 5 de octubre de 2011, el presidente del Estado español, Sr. Zapatero, escoltado por Leon Panetta, exdirector de la CIA y jefe del Pentágono, y por Fogg Rasmusen, manijero de la OTAN, anuncia en Bruselas durante una rueda de prensa que España queda integrada en el llamado eufemísticamente escudo antimisiles.
El presidente español quiso endulzar la noticia con una de sus inefables frases: “este escudo antimisiles no va dirigido contra nadie”. Esta envenenada guinda militarista de su legislatura refleja su trayectoria: de no inclinar la cabeza al paso de la bandera estadounidense [2] a arrodillarse ante Obama y conculcar una a una las condiciones del referéndum de la OTAN de marzo de 1986; de su teatral retirada de las tropas de Irak a la participación en Afganistán, Somalia y Libia; de la “alianza de civilizaciones” al rearme del escudo antimisiles.
A las órdenes de EE UU
EE UU y la OTAN han ninguneado a España una vez tras otra. El convenio hispano-norteamericano, firmado en septiembre de 1953, hizo posible la instalación de las bases de Rota y Morón, además de un intrincado complejo de instalaciones militares, oleoducto y armas nucleares incluidas, en nuestro territorio. A cambio de apoderarse del control del Estrecho de Gibraltar y continuar así la vía de las amenazas atómicas frente a la hoy extinta URSS, EE UU apuntalaría a Franco en el poder durante 20 años más a partir del mencionado pacto. Es decir, EE UU nos manipuló sin piedad en 1953, luego lo hizo en 1986 con el referéndum de la OTAN y ahora, otra vez, con la peligrosa instalación de un escudo antimisiles permanente en la base aeronaval de Rota [3]. En suma, EE UU ha dictado siempre al presidente español de turno lo que había que hacer.
Ya sabíamos por la cumbre de la OTAN en Lisboa (2010) lo que se avecinaba en materia de estrategia antimisiles de la OTAN. Y en la nueva Estrategia Española de Seguridad, aprobada por Consejo de Ministros en junio de 2011, el ex secretario general de la OTAN, Sr. Solana, ya escribió que: “la participación de España en el programa de Defensa Antimisiles de la OTAN constituye una adecuada medida”. Lo que no sabíamos era que cuatro destructores norteamericanos tendrían base permanente en Rota.
¿En qué consiste el escudo antimisiles?
Oficialmente, consiste en una versión reducida, pero quizás ampliable, de la peligrosa Guerra de las Galaxias de Reagan, Clinton y los Bush. Se trata de una compleja trama tecnológica de radares, satélites espías y detectores, centros de mando, inteligencia militar y comunicaciones, baterías terrestres o navales, etc. que tiene por objetivo repeler cualquier ataque de misiles procedentes de elementos terroristas o de Estados enemigos como puedan ser Corea del Norte o Irán.
Pero habría que hacerse varias preguntas frente a esta descripción más bien periodística del escudo antimisiles: ¿acaso puede lograr Irán, técnicamente hablando, llegar con sus misiles a Europa?, ¿no los interceptaría antes Israel?; ¿qué interés podrían tener estas latitudes para el Gobierno de Corea del Norte si jamás apuntarían por este lado del hemisferio para herir a EE UU, teniendo como tienen nutrida presencia militar norteamericana en Japón o Corea del Sur?; si todo el norte de África y Oriente Medio está controlado por EE UU y sus gobiernos títeres, ¿de dónde podría venir un misil enemigo? (la cosa ha cambiado, o puede hacerlo, con las primeras árabes); y ¿no será Rusia el enemigo que, en realidad, se pretende combatir y al que apuntan los misiles antimisiles?
Recordemos que el escudo estará, cuando funcione a pleno rendimiento, formado por los siguientes elementos: cuatro destructores norteamericanos de la clase Arleigh Burke equipados con el sistema Aegis y capaces de lanzar los misiles SM-3, operando por todo el Mediterráneo desde la base aeronaval de Rota; centros de mando, control, seguimiento y coordinación como los de Torrejón (Madrid) y Bétera (Valencia); interceptores en Rumania y baterías terrestres de SM-3 en Polonia; radares de alerta temprana en Turquía; red de satélites espías; buques holandeses de modernizada defensa antiaérea, etc. Pero a esto hay que añadir que la mencionada flota de cuatro destructores servirá, según ha declarado el Pentágono, para otras muchas funciones militares norteamericanas [4].
Obviamente, el escudo antimisiles va en detrimento de las capacidades militares rusas. A finales del pasado mayo en Deauville (Francia) Medvédev ya expresó directamente a Obama su oposición al entonces proyecto de escudo. El primer ministro ruso podría visitar España a primeros de diciembre; con toda seguridad, agradecerá la sumisa amistad del PP-PSOE con EE UU. Y en todo caso, las conversaciones para crear otro escudo antimisiles entre países como China, Irán o Rusia podrían estar ya en marcha. En definitiva, como consecuencias indeseables de este escudo también tendremos un previsible incremento de los gastos militares en el mundo y el debilitamiento del tímido acuerdo sobre desarme nuclear Obama-Medvédev, el Nuevo START, firmado en Praga en abril de 2010.
La secretista decisión de Zapatero de ofrecer Rota y Torrejón (“Centro de Operaciones Aéreas Combinadas”) para el escudo antimisiles roba al Parlamento español cualquier capacidad de debatir, y mucho menos de decidir, sobre la cuestión. Obviamente, es un asunto que afecta centralmente al convenio España-EE UU, razón por la cual requeriría, jurídicamente hablando, su modificación. Sin embargo, se ha hurtado esta posibilidad al Parlamento, con lo que el “Convenio entre el Reino de España y los Estados Unidos de América sobre cooperación para la Defensa de 1 de diciembre de 1988” ha quedado ya, absolutamente, en manos norteamericanas.
Y ello en el contexto de una impune vulneración de las tres condiciones de aquél referéndum: no integrar a España en la estructura militar de la OTAN; prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español; y reducción progresiva de la presencia militar de Estados Unidos en España. Recordemos que el convenio quedó prorrogado automáticamente el 12 de febrero de 2011, aunque con algunas matizaciones no relevantes en lo político ni geoestratégico [5].
El camelo del empleo
Andalucía tiene una media de paro del 27%, y Cádiz llega al 30%. La situación es desesperada. Por eso el Gobierno ha lanzado un cebo a los gaditanos: 50 millones de euros anuales en la zona y un millar de empleos. Pero el escepticismo aquí es grande porque es sabido que de los 600 trabajadores de la Base Aérea de Morón 119 fueron despedidos el pasado invierno. Y en los últimos años, se han producido en la Base de Rota 500 despidos.
Además, para toda la industria turística de la Bahía de Cádiz estas peligrosas instalaciones son una publicidad muy perjudicial; la población que rodea a la Base (700.000 habitantes) ya recela mucho del peligro de ataques y accidentes; el Ayuntamiento de Rota tiene un fuerte contencioso por el IBI de la Base, etc. La Base de Rota ya no crea trabajo, perjudica al turismo y al medio ambiente y representa una gravísima amenaza para la población de la Bahía, que aún no conoce plan alguno de emergencia en caso de ataque militar.
El movimiento por la paz ha respondido en toda España, y particularmente en Andalucía, con una oposición radical al escudo. Las convocatorias de la Plataforma Andaluza contra las Bases, en la que se encuentran Ecologistas en Acción y la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía (RANA), no se han hecho esperar, realizándose marchas contra las bases de Rota (6 noviembre), Morón (30 octubre) y Gibraltar (13 noviembre). Se trata de un proyecto social muy consolidado en la izquierda andaluza –ya van 26 ediciones de las marchas– con tres objetivos básicos: disolución de la OTAN, reconversión de las bases en instalaciones civiles y denuncia del convenio de Defensa entre España y EE UU. Este año, dado el descarado militarismo y la política antisocial del Gobierno el lema ha sido: “Recortes militares sí, recortes sociales no; ni OTAN, ni bases”.
Los poderosos, que apuestan sin tapujos por el rearme y las guerras, quieren colarnos una mortífera flota de guerra en el sur de España. Este es su miserable concepto de la seguridad, a saber, el deber de proteger (es decir, arrasar militarmente a otros países) y vivir armados hasta los dientes.
Notas
[1] Este artículo se ha beneficiado de las aportaciones de Jesús Lara, miembro de la Comisión de Paz y Solidaridad de Ecologistas en Acción de Andalucía.
[2] En el desfile militar del 12 de octubre de 2003.
[3] Su capacidad estratégica ha sido reforzada recientemente con más pistas aeroportuarias y más muelles de atraque.
[4] Relacionadas con Africom (área de acción militar norteamericana que cubre la mayor parte de África) y Cetcom (que cubre 22 países, desde la zona de Somalia hasta Pakistán).
[5] Prohibición de almacenar bombas de racimo en Rota y Morón, obligación estadounidense de participar en labores medioambientales en las bases (Palomares aparte) y no repostaje en vuelo de naves norteamericanas no autorizadas por el espacio aéreo español.