Aprobando el llamado “mínimo vital” el gobierno de España ha dado un paso adelante, cargado de enorme significación, en favor de las clases más humildes y necesitadas de nuestra sociedad. Un paso que, efectivamente, podríamos considerar histórico, ya que era imposible postergar por más tiempo una fórmula por la cual una amplia capa de la población dejase de pasar vergüenza y hambre.
Que el estado reconozca
que a las personas sin recursos económicos hay que protegerlas con un mínimo
vital, tiene una significación jurídica, social, ética, política y económica,
muy relevante. Por cierto, ¿cómo no se hizo esta gran apuesta por la dignidad
humana desde 2008?, ¿qué pensarán ahora los que, como las tres derechas,
habrían impedido, si gobernaran, este impulso a la democracia?. Estamos en un momento
de celebración, pues el estado español, a pesar de quienes dicen defender una
banderita pero no a la ciudadanía real de carne y hueso, ha dado un paso
adelante hacia los derechos humanos.
Pero la militancia de
izquierda sabemos bien que esta es una victoria parcial, porque en materia de
política laboral hay otras muchas cuestiones que favorecen en todo al Capital:
los bajos salarios, la capacidad de llegar a convenios y cómo, el estatuto de los
trabajadores, las pensiones, el precio de los despidos y las horas trabajadas
de más, la conciliación, las cotizaciones, el reparto del trabajo… Una medida
absolutamente positiva y necesaria como el llamado “mínimo vital” es una gota
de agua si se la compara con las cosas que acabamos de citar y que, en estos momentos, favorecen al Capital. Es más, todos
sabemos que al Capital no es que le moleste mucho esa nueva medida sufragada por los
presupuestos generales del estado, ya que atempera el clima social, es decir,
favorece un clima de tranquilidad que puede ayudar a no poner en tela de juicio
las férreas trampas del sistema. El mínimo vital evitará los dramas al tiempo que la gran
estructura podrá permanecer incólume, pensará el Capital.
Ástor García (PCTE),
con actitud crítica, explica sucintamente cuál es la cara menos amable del
“mínimo vital”:
Al mismo tiempo que
este paso histórico del “mínimo vital” se ha dado, coincidiendo con él, hemos comprobado cómo los periódicos del
sistema han tratado continuamente de proteger, alabar, ensalzar, justificar,
elogiar, premiar, endiosar a las FAS. No hay más que leer atentamente este
artículo de El País: https://elpais.com/espana/2020-05-13/los-gastos-de-la-pandemia-dejan-un-agujero-de-400-millones-en-los-fondos-para-defensa.html,
para comprender que, pase lo que pase, el belicismo de nuestra política
exterior y de Defensa no se toca. En esta democracia se puede hablar de todo,
menos de la OTAN y del Pentágono. Ni pandemia ni San Pandemia. Incluso la
izquierda se ve obligada a ser muy prudente, o a guardar silencio respecto ciertos
asuntos, para quizás, a cambio, poder aprobar el “mínimo vital”. Esta no es una
apreciación mía, un juicio rápido por mi parte, sino lo que se puede apreciar
en las intervenciones de la izquierda en la última comisión de Defensa del Senado:
https://www.youtube.com/watch?v=ycPljFvCes8,
una comparecencia de Margarita Robles para explicar el conjunto de cuestiones
que afectan al virus COVID-19 y las FAS.
Una representante de
izquierdas, justo a la mitad del vídeo, pide que España se adhiera a un alto el
fuego que ha pedido el secretario general de la ONU; y sobre las bases
militares pide, con gran inocencia, que no participen por ejemplo en la
escalada USA-IRÁN… la senadora de izquierda confederal pregunta (menos mal) sobre qué
planes tiene el gobierno respecto a las bases, ya que el convenio con USA expira
el año que viene, en mayo de 2021... El mínimo vital es de justicia, pero ¿qué va a hacer el
gobierno con Rota y Morón?, ¿se va a ampliar la Base de Rota a un 50%?, ¿hay ya negociaciones con USA?, la senadora de izquierdas dice que Defensa ha hecho un buen trabajo con la
covid completamente positivo, aunque critica suavemente que los generales den información en las ruedas de prensa; acaba reiterándole su gratitud a Margarita Robles....
Seamos claros: mientras no dediquemos los gastos militares (unos 20.000 millones de euros anuales) a necesidades sociales como empleo, salud y educación, el "mínimo vital" será eso, un "mínimo", cuando en realidad lo que necesitamos, para de verdad poder crear empleo y evitar pobreza, es cambiar la economía y el modelo belicista de defender mercados, áreas de obtención de materias primas y fuentes de energía. Hay que analizar las causas que provocan la pobreza que se trata de paliar, no solo aliviar a los más necesitados.