viernes, 19 de junio de 2020

Colapso ecosocial, NO A LA GUERRA.

Me desespero cuando veo artículos escritos por gente a quien yo tengo como referencia ideológica positiva que no incluyen la cuestión fundamental del desarme, la militarización, la noviolencia, el cambio de modelo de Defensa, entre las claves fundamentales para emprender el camino de un cambio sistémico. Me desanimo.

Este es el caso del artículo (de obligada lectura para todos y todas) de Jorge Riechmann titulado "La crisis del coronavirus como momento del colapso social" (https://vientosur.info/spip.php?article16051), un impresionante artículo que ha sido resumido en:

 
He leído el artículo atentamente, pero no veo reflejado en él el asunto del papel de los ejércitos, las guerras, el armamentismo, etc. Para Riechmann parece que las guerras no existen en Gaia y el despilfarro de recursos vía gasto militar, tampoco. Me sorprende constatar que los millones de seres que ya mueren de hambre o enfermedades curables a lo largo y ancho del planeta no le parecen a Riechmann realidades muy semejantes a las pandémicas. El militarismo, según este artículo, no destruye la Naturaleza, ni ayuda esencialmente a mantener la depredación de recursos por parte de los países más ricos, ni está en la raíz del problema de la zoonosis, ni la guerra biológica existe... https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/guerra-final-libro-tiempos-crisis/20200614023051772703.html

Pero Riechmannn sí ofrece, claro, reflexiones del máximo interés: "Escribe Hibai Arbide Aza en medio de la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, en la primavera de 2020: “No hay nada que me tranquilice menos que la retórica belicista, las arengas patrióticas, las metáforas bélicas y la épica de batallar contra un enemigo invisible. No es una guerra, joder...”[8]". Aunque luego Riechmann bromea un poco llamando "carrera de armamentos" a unas determinadas funciones positivas de los virus en la vida humana... "Los virus son fuente de variabilidad genética y motor de la evolución biológica, una fuerza transformadora de la vida: así que organismos como Homo sapiens también estamos aquí gracias a ellos. Gracias a los virus (y a la “carrera de armamentos” biológica que se desarrolla respondiendo a ellos) somos lo que somos". Luego Riechmann añade: "Por supuesto, esto no significa que no debamos hacer un esfuerzo social enorme y cuasi-bélico para mantener al coronavirus SARS-cov-2 fuera de nuestros cuerpos: lo estamos haciendo en 2020 para proteger a los miembros más vulnerables de nuestra comunidad, sobre todo nuestros mayores".

Creo que Riechmann no tiene en cuenta que en materia de negacionismo los humanos ya tenemos una experiencia muchísimo más profunda que la que él cita, ya que se está negando desde hace tiempo en nuestras sociedades el peligro de la hecatombe nuclear... "La cultura dominante padece un problema muy básico de negacionismo. Pero no en el que era el sentido más habitual de “negacionismo” hace veinte años (referido al Holocausto, la Shoáh), el que podríamos llamar nivel cero; ni tampoco al más corriente hoy (negacionismo climático), nivel uno; sino a un negacionismo más amplio: el negacionismo que rechaza que somos seres corporales, finitos y vulnerables, seres que han puesto en marcha procesos destructivos sistémicos de magnitud planetaria, y que hemos desbordado los límites biofísicos del planeta Tierra. Éste sería el nivel dos". Riechmann anota que: "No es casualidad ni exageración que estén organizándose movimientos sociales que incorporan la palabra “extinción” en el nombre que se dan a sí mismos, como Extinction Rebellion. Y estamos en una cuenta atrás", pero ¿cómo el movimiento antinuclear ha declinado tanto?, ¿cómo la población mundial ha dejado de mirar hacia el peligro de cataclismo atómico generalizado?.

Riechmann parece que no cae en la cuenta de que uno de los cohesionadores de este programa (en cursiva a continuación) es la fuerza militar de los poderosos: "Como viene argumentando juiciosamente Bruno Latour estos últimos años, buena parte de las clases dirigentes “ha llegado a la conclusión de que ya no hay suficiente espacio en la Tierra para ellas y para el resto de sus habitantes”[47] y por eso asumen el exterminio de la mayor parte de la humanidad (y de miles de millones de nuestros “compañeros de planeta”) dentro de su BAU (Business As Usual). Hay que considerar estos tres fenómenos como estrechamente relacionados: la huida hacia adelante del capitalismo neoliberal (materializada en los programas de jibarización de los Welfare States y la desregulación a favor del gran capital), la explosión de las desigualdades en segundo lugar, y finalmente el negacionismo climático (como expresión concreta de una más amplia denegación de todas las cuestiones de límites biofísicos que ya antes analizamos de forma somera)".

Creo que Riechmann también se equivoca al equiparar las guerras con las pandemias, pues los efectos de las primeras pueden ser infinitamente más devastadores que las segundas: "Necesitamos pues visión de conjunto, panorámica: el filósofo, la pensadora en cuanto synoptikós. Esta pandemia –como decía William E. Rees en otro de sus lúcidos artículos– es como el tráiler, sólo un avance de la película más amplia.[59] Si superamos este obstáculo en dos años, sólo será para hacer frente al siguiente: una crisis de deuda, o una crisis energética, u otra guerra más por los recursos que van escaseando… ". Pero en lo que no se equivoca Riechmann es en su observación precisa acerca de que la humanidad puede coger por la vía del pasado, es decir, la vía de la normalidad militarizada en la que ahora vivimos, o puede buscar una salida ecosocial al colapso en el que estamos.