El Día Escolar de la Noviolencia y la Paz (DENYP) -que se celebra cada 30 de enero en recuerdo de Gandhi- debería tener como fin, en mi opinión, generar actitudes profundas de diálogo y solidaridad, por un lado, y una visión de los conflictos reales -incluidos los de gran escala- de los que formamos parte, por otra. Una visión consciente que, de modo pedagógico, no esté alejada de la implicación (parcial según los casos), del alumnado en esos conflictos.
Pienso que la Noviolencia, o la no violencia, es, a la vez que una actitud comprensiva, tolerante, generosa, humana, solidaria, etc., que puede cultivarse en nuestro corazón y en nuestra mente, una clase de entrenamiento que nos permite abordar los conflictos, de todo tipo, en que nos vemos envueltos. Porque ¿sería coherente una persona que, en lo íntimo, ha cultivado una gran actitud de escucha si luego, en el mundo real exterior, evita los conflictos o los aborda con criterios prácticos al margen de los que admite en su fuero interno?. Formar personalidades bonachonas pero huidizas ante los conflictos no tiene nada que ver con la Noviolencia que Gandhi practicó. Lo mismo que formar a personas muy ejecutivas y resolutivas al margen de la conciencia moral solo puede producir problemas personales y sociales graves.
Si la Noviolencia tiene algún valor y utilidad es, precisamente, esa coherencia, esa unidad, esa relación complementaria, esa cualidad indisoluble de pensamiento adecuado a la acción o, si se quiere, de acción adecuada al pensamiento. Pero no en cualquier dirección, pues en esa cualidad mencionada se asemeja, en general, a cualquier moral, sino en la dirección de no agredir, no dañar y no matar a las personas que, en los conflictos, se oponen a nuestros intereses y puntos de vista, a nuestras exigencias y posiciones, razones e identidades, ideales y derechos, etc.
Así que la Noviolencia podría consistir, muy resumidamente, en:
-Cultivo interior de un corazón generoso
-Visión del conflicto y búsqueda de la verdad en él
-Compromiso para abordar el conflicto
-Respeto a la integridad personal del otro
-Capacidad de diálogo.
Al margen de los conflictos [de su reconocimiento, abordaje, etc.], la Noviolencia no es más que un juego de palabras, un pasatiempo triste y vacío. Enseñada como una efímera experiencia de bondad, la Noviolencia no cuaja luego en actitudes críticas y comprometidas que eviten de verdad las violencias y las guerras. Al margen de la realidad, la Noviolencia se convierte en un sentimentalismo políticamente manipulable. Practicada como un sustituto del viejo sentimiento de culpa que se cultivaba desde los púlpitos, la Noviolencia no sirve más que para cubrir momentáneamente nuestro hueco expediente moral. Vivida como un bobo anhelo de vamos a llevarnos bien, la Noviolencia queda en una mera pose. Esa Noviolencia sería, termino ya, un arma en manos de los poderosos, una herramienta de sumisión en los exterior y una engañifa barata en lo interior.
Por tanto, pienso que hay que hablar de la Noviolencia adentrándose en los conflictos reales de los que formamos parte. El día 30 de enero hay que caminar por el sendero de la Noviolencia no empeñándose en que los alumnos, ese día, se comporten angelicalmente y se sonrían unos a otros, sino mostrándoles el mundo real y haciéndoles reflexionar, crítica y solidariamente, sobre él. Para los alumnos y alumnas más mayores, este vídeo sobre cómo nuestro país está directamente implicado en lo que le ocurre al pueblo palestino podría ser útil si queremos, de verdad, que entiendan cuánto necesitamos la Paz en el mundo exterior lo mismo que en el interior: