lunes, 24 de marzo de 2025

POR LA REPÚBLICA, PERO ¿QUÉ REPÚBLICA ?

 POR LA REPÚBLICA, PERO ¿QUÉ REPÚBLICA?

Ahora que se avecina el 14 de abril, pienso: claro que no hay panaceas, ni utopías, ni remedios fantásticos… y claro que tampoco hay vida digna sin compartir ideales, metas plausibles, mejores sociedades. Pecar de un lado (el idealismo exaltado) sería una especie de solipsismo huidizo, fina inocencia, y pecar del otro (el abismo feliz de lo rancio, de lo gris) sería caer en complejo de topo triste, en una especie de dinosaurismo parafranquista por defecto.

En España una III República está, sin duda, al venir en breve. Porque quizás no hay otra salida a la extrema degradación democrática en que la clase política (en buena medida corrupta y alejada de las necesidades sociales reales) nos tiene sumidos.

Una clase política que no hace nada por, por ejemplo, consolidar sistemas de Paz y Solidaridad Internacional; o por de verdad acudir con soluciones viables, urgentes, a la crisis ambiental. La clase política, al contrario, nos está lanzando a la guerra y perpetuando la sociedad carbonizada, de control digital, de colapso garantizado, que sabemos que nos está amenzando en lo cotidiano, en lo diario, en lo personal y en lo colectivo.

¿Una III República podría ser el comienzo de un cambio de rumbo profundo de nuestra enloquecida sociedad consumista, cerebral y moralmente trepanada, violentamente ciega e insolidaria?. La respuesta podría ser no, claro. Pero más nos vale a todos que sea que sí.

Una III República no podría centrarse ya, como objeto central de su existir,  en un simple cambio de la jefatura de estado (de monarquía pro OTAN a presidencia electa por sufragio universal); porque este cambio formal, aunque necesario, inevitable, no es lo que más necesitamos. Necesitamos todavía más un estado capaz de ser barrera ante el capitalismo explosivo que nos lleva tan velozmente hacia el abismo; y aún más que barrera, un estado capaz de poner en marcha iniciativas colectivas que en vez de enriquecer a los más ricos (objetivo que ahora cumple), trabaje para garantizar los derechos de todos y de todas (la vivienda, la salud, el trabajo, la educación… no pueden ser negocios en un tablero de juego atestado de tiburones).

Si llegáramos a la situación que ahora tienen los franceses, o los portugueses, o los italianos, ¿en qué habríamos avanzado?. Sus “repúblicas” son meros, puros y endiablados resortes de un capitalismo globalizado que nos conduce, ya lo he dicho y ya lo sabemos todos, a un abismo biocida (que se acerca cada día un poco más).

Necesitamos una III República capaz de poner el dedo en la llaga: el gobierno del capital (raíz de la extrema corrupción política y la degradación democrática) no puede seguir sometiendo nuestras vidas y la vida del planeta. Y si no tenemos claro esto, ¿para qué sustituir a un monarca surrealista, como sufrimos, hijo de uno que se lo ha llevado calentito, por un presidente electo -pongamos Macron como ejemplo- que obedece sin rechistar directrices políticas obcecadamente biocidas, belicistas, colapsistas?

Hoy en España el debate de la República ya no es, ya no puede ser, un debate acerca de un penoso y costoso anacronismo (la inefable monarquía borbónica pro OTAN), que urge erradicar, sino un debate sobre un, de verdad, nuevo rumbo para una sociedad y un sistema político-económico desbocados.

Una III República tendría que, como primer paso entre todos, como primera medida entre todas, como primer aviso a navegantes… una III República en España tendría que adherirse al tratado internacional de prohibición de armas nucleares. ¿Si no, para qué una III República que pasaría por alto la defensa de la vida?.