martes, 4 de agosto de 2020

La abdicación de Felipe VI, la única salida.

El rey Juan Carlos I, el que seguía en Zarzuela tras su abdicación moviendo todos los hilos sin que su hijo se enterase de la misa la mitad, ha terminado escapando de mala manera a miles de kilómetros de este país con permiso del PSOE. Se veía venir. Se veía venir la peineta del PSOE a la III República. Se veía venir la traición del PSOE al gobierno de coalición.

¿Qué dirán ahora los medios de comunicación del Sistema que decían que Venezuela financiaba a Podemos?, ¿qué dirán todos ellos que en vez de desvelar al pueblo español las cloacas reales querían, aunque nadie los haya elegido electoralmente para eso, apuntalar el Sistema a base de dinamitar el gobierno de coalición?, ¿qué explicación darán a su silencio de tantos años, ocultándonos lo que en realidad pasaba en la Zarzuela?, ¿quizás nos dirán ahora algo sustancial de Juan Carlos y sus amigos de Oriente Medio y del Pentágono?, ¿quizás matizarán su panfletaria y goebbelsiana interpretación de la “modélica” transición?. Que nadie critique la “libertad de prensa”… realmente de risa !!!.

No se me quita de la cabeza esa visita, hace poco, de Felipe VI al barrio de las tres mil viviendas de Sevilla, mientras su padre reía como loco por la fortuna que atesora y él mismo, Felipe VI, cobraba unas muchas decenas de miles de euros anuales desde que tenía 9 años y era príncipe de Asturias y ahora unos 240.000 euros anuales. ¿Qué podía decirle, me refiero a algo con coherencia, a las decenas de miles de sevillanos empobrecidos un ricachón hijo de papá que nada en la abundancia desde los 9 años?. Absolutamente nada. 

¿Y la reina emérita Sofía de Grecia y Dinamarca?, ¿no sabía nada de las cuentas de su marido como le pasaba a la infanta Elena con su Urdangarín?. Esta extraña reina de Grecia, que Grecia nunca ha reconocido, ¿cuánto dinero cuesta a las arcas del pueblo español?, ¿a qué se dedica?, ¿de qué nos defiende?, ¿guardó silencio respecto a la fortuna de su marido sin decir nada a nadie para beneficiarse ella misma del lujo que Juan Carlos desbordaba?.

La llamada “casa real”, según muchos investigadores, estuvo implicada en el golpe de estado del 23-F y apoyó la entrada de España en la OTAN, en contra de la voluntad de la mayoría del pueblo español, desde el primer momento. Como militar, es decir, como el primer soldado de España, la vergüenza de ser, presuntamente, un chorizo, mancha de refilón a las Fuerzas Armadas que creyeron en él. Él hablando en la Pascua militar de entrega, lealtad, honor y disciplina… y por detrás con la manita bien untada de manteca colorá. ¿Qué pensarán ahora los militares españoles de este hombre que les ha engañado sin el más mínimo pudor?.

Pero, ¿quién está detrás de la corrupción, supuesta, de la casa real que no solo del rey Juan Carlos I?, ¿quiénes están implicados en el atesoramiento de, según se le supone, más de 2.000 millones de euros?. Porque atesorar esa fortuna no lo pudo hacer Juan Carlos a solas, él solo a escondidas desde un cuartito a oscuras. Ha debido necesitar para ello todo un equipo de personas que le han facilitado, durante años, acumular semejante cantidad de dinero. Además, ¿quiénes son los verdaderos beneficiarios de las comisiones, supuestas, que el rey iba embolsándose?, ¿quiénes eran las personas o empresas que le daban algunas cantidades para obtener a cambio otros grandes beneficios?. Ay, ay, ay, si la democracia española no respondiera a estas preguntas; ay, si el gobierno ocultara las respuestas a la ciudadanía.

Ahora vamos a ver si el Ayuntamiento de Jerez, que es la institución más cercana que tengo, no mira hacia otro lado y tiene la bondad de ponerse al lado de la democracia cambiando, como le ha pedido públicamente el Grupo de Memorialistas de Jerez, los nombres de “avenida rey Juan Carlos” y “avenida reina Sofía” por “ronda del colesterol” y “avenida 8 de marzo” (u otros nombres que se consideren oportunos). A ver si el ayuntamiento de Jerez (y el gobierno de España) hace lo que tiene que hacer. Que lo dudo teniendo en cuenta las flores -ahora ya podridas y malolientes- que le echó a Juan Carlos I cuando abdicó, diciendo que él, y no el pueblo español, había hecho posible la famosa “modélica” Transición. Tanta retórica vacía institucional no solo me aburre, sino que me da miedo por su mentirijismo compulsivo contra la verdad y las evidencias.

Ya estoy esperando a que Margarita Robles, la Ministra de Defensa del PSOE, le quite el nombre de Juan Carlos I al buque insignia de la armada española, por dignidad democrática, decencia política y respeto al pueblo español.

En fin, el caso es que aquí tenemos ahora al muerto que la momia nos dejó por herencia contra la República. Porque la casa real de los Borbones, igual que el pazo de Meirás o el Valle de los Caídos o la fortuna de la familia Franco, son, valga la tautología, realidades franquistas cuyo sentido es, por voluntad de dicha momia, ni más ni menos que evitar la república. Sí, una obviedad manifiesta, efectivamente, pero que se nos olvida cuando se nos miente a cada minuto (cantinela de los 40 años de “modélica” Transición) diciéndonos que éstos son reyes “de todos los españoles”. No, más bien los Borbones son la llave maestra que Franco impuso al pueblo español para no regresar nunca a la República, es decir, los borbones son el rejón de muerte a la democracia que puso el torerillo sangriento del 36 a nuestra historia. Los Borbones son el triunfo de Franco contra un régimen, el que nació en 1931, que para una gran parte del pueblo significaba igualdad, justicia y libertad frente a tradición nacionalcatolicista y caciquil.

Los Borbones, así es toda la “nobleza” por definición, son antidemocráticos porque nadie los ha elegido libremente. La esencia de la monarquía es, otra tautología más, la antidemocracia. Por tanto, ya es hora de que el país pueda elegir otro modelo territorial y otro modelo de estado. Pero el camino no es, como ha dicho Ada Colau, el referéndum monarquía sí o no, sino la abdicación del rey Felipe VI y la proclamación de la III República Española mediante la convocatoria de elecciones libres a la jefatura de estado, como se hace en Portugal, Francia, Italia, Alemania, Austria, Grecia, etc.

Una III República quizás podría reavivar, en estos momentos tan difíciles, las ganas del pueblo español de salir todos juntos adelante, quizás podría acabar con el estado de corrupción bestial en que vivimos, quizás podría solucionar en alguna medida el problema territorial, quizás podría sacar adelante leyes de justicia y dignidad para el pueblo español (en vez de someterlo a la precariedad más lacerante e indigna en que se encuentra ahora en manos de “los amiguetes”). Cierto que la II República no estuvo, desde luego, a la altura de las exigencias de libertad de las masas empobrecidas, matando en Casas Viejas un espíritu legítimo de rebeldía y defensa de los derechos humanos. Veamos si esta III sí lo está y nos permite al pueblo terminar con la voracidad inhumana del IBEX35, con permiso del PSOE.