He leído con atención el artículo "¿Qué queda del antimilitarismo?. Tres décadas después del referéndum de ingreso en la OTAN, el movimiento pasa por horas bajas", de Toni Martínez, con opiniones o referencias de/a Mar Jimena, Jordi Calvo, Mujeres de Negro, Centre Delàs de Estudios por la Paz, Escola de Cultura de Pau, Carlos Pérez, etc.:
También tengo presente sobre mi mesa de trabajo un preciso texto de Enric Prat: "Moviéndose por la Paz. De Pax Christi a las movilizaciones contra la guerra" (Ed. Hacer, Barcelona, 2006, pp. 72-75) donde se resume muy bien el programa del pacifismo en el estado español de los años 80 y, creo yo, también de los 90 [ver imágenes de más abajo].
Muchas y muchos hemos sufrido el fuerte impacto de la elección del general José Julio Rodríguez como cabeza visible de las opiniones de Podemos en materia de Defensa. Observo que se avecina el 30º aniversario del referéndum de la OTAN y muy pocas organizaciones se aprestan a organizar no ya encuentros o debates teóricos, sino movilizaciones en la calle. Sin perder la calma, pero a duras penas, se mantienen las protestas contra Rota, Morón y Gibraltar.
Veo que la iniciativa (http://www.publico.es/politica/colau-gran-wyoming-kichi-y.html) de responder con energía a la posición de la OTAN -compartida por tantos gobiernos europeos socialistas y conservadores- tras los atentados de París no ha dado grandes frutos, aunque sí una protesta importante en muchas ciudades. Los esfuerzos por responder solidariamente a favor del acogimiento en suelo europeo de decenas de miles de personas que, por efecto de la guerra, huyen de Siria, están siendo débiles (entre otras razones porque el gobierno está logrando sepultarlos a base de desinformación, desinterés político, etc.).
En Andalucía la militarización ocupa un papel muy central en el entramado político, industrial e incluso social. En general, el panorama me parece un tanto desolador. El Mº de Defensa está logrando parcialmente mantener cierta influencia en la sociedad a base de mucho imbricarse en todo tipo de estamentos sociales (universidades, empresas, medios de comunicación, etc.). Las organizaciones de izquierda, centradas en la grave cuestión de la emergencia social, no están preocupándose por los asuntos de política exterior y de defensa; y la enorme deuda contraída por el Mº de Defensa en estos años está pasando casi desapercibida para todos. Mientras tanto, el escudo antimisiles enraíza, las industrias de armas hacen más negocios, España se implica en más conflictos armados; al tiempo que, en la otra orilla del Mediterráneo, la esperanzadora primavera árabe de hace muy pocos años dio paso a sombras de todo tipo.
Por todo ello, pienso que las organizaciones antimilitaristas y pacifistas -aquellas que están contra todas las guerras y que no admiten las intervenciones humanitarias- deberían reunirse con urgencia y establecer mecanismos permanentes de coordinación, algunas estrategias comunes, etc. Nuestro planeta necesita más que nunca reactivar el pacifismo (junto al feminismo, el ecologismo y el sindicalismo) con afanes transformadores, anticapitalistas, alternativos. Con sentido organizativo y práctico, necesitamos unirnos más, fortalecernos, abrir caminos a la esperanza. Hemos de dotarnos de un programa a medio plazo, de unas estrategias comunes, de dinámicas organizativas más útiles, de mecanismos de difusión de nuestras propuestas, etc.
Observo que es el propio movimiento por la paz, aparte ahora de las causas exógenas de la cuestión (alguna de las cuales he citado), quien no está sabiendo activar respuestas sociales de más calado para que la Paz se abra camino en el sur de Europa y entre a formar parte, con la relevancia que merece, de las políticas emergentes de izquierda. La clave es, sencillamente, que no se está renovando y que, precisamente, evita el problema de su propia coordinación. Desempoderado, sin organización interna que genere capacidad de proyectar e influir, las propuestas del movimiento no se oyen en el exterior.
Todos los movimientos sociales se fundan, básicamente, en cuatro elementos: un programa, una organización, alianzas y estrategias. El movimiento antimilitarista y pacifista hoy en el estado español tiene que revisar esos cuatro puntos. El primer paso para una renovación del antimilitarismo y del pacifismo quizás sea la autocrítica. Cuento para ello con mi propio cansancio y acción de retaguardia.