El ferozmente violento artículo
de Anne Applebaum publicado en El País el pasado 1 de diciembre de 2024, al que
solamente le ha faltado por pedir la inmediata entrada en prisión de todos los
pacifistas que vivan en estas idílicas democracias, me parece un puro dislate,
es decir, una calculada intervención encargada por la muy conocida propaganda
de guerra reinante que trata de consolidar el militarismo europeo de siempre,
el choque militar contra Rusia y la consolidación de una opción pro OTAN,
radicalmente armamentista y pro estadounidense que, llegado el caso,
obviamente, no dudaría un segundo en desatar un holocausto nuclear en todo el
planeta.
El vulgar dibujo que se hace de
Rusia como un nuevo satán amigo de otros satanes como Irán, China, Corea del
Norte, Venezuela, Cuba… ya deja claro, sin más necesidad de aclaraciones, la
clase de sarta de insultos recurrentes en que consiste el artículo de Applebaum.
Eso sí, claro, adornado de unas cuantas citas referidas a Orwell, Mann, Ossietzky,
etc. Citas férreamente ordenadas a defender un radical enfrentamiento militar
contra Rusia… identificada, sin más, con Hitler y con los regímenes
totalitaristas más demoníacos. Sin recordar, claro, que sin Rusia el régimen
nazi no habría sido derrotado. La retahíla de argumentos basura (como por
ejemplo que Rusia amenaza continuamente con su arsenal nuclear, al margen de lo
que haga la OTAN) queda absolutamente en consonancia con un maniqueísmo tan tan
desatado, tan tan burdo, que sale uno de la lectura de este artículo casi
contento, tranquilo… en el sentido de que la pedestre ferocidad del mismo lo
convierte (sin necesidad siquiera de que se le contradiga) en mero fuego de
artificio, en griterío intelectual (bien pagado) en favor de la guerra, en propaganda
bélica pura y dura, en más metralla “buena”, democrática, aunque nerviosa, de
una OTAN que no logra vencer en Ucrania.
Conste, por supuesto, que muchos
pacifistas para nada aprobamos las invasiones de Crimea y de Ucrania por parte
de Rusia. Que criticamos de manera constante, de modo público, las agresiones
militaristas rusas en varias partes del mundo, la detentación de unos arsenales
nucleares que podrían (en el contexto de la duradera guerra nada fría que nació
tras la SGM y perdura hasta hoy) producir hecatombes, las maneras intolerablemente dictatoriales de
Putin, su concepción imperialista de la territorialidad en su entorno y países
limítrofes, etc. Y conste, al mismo tiempo, que observamos cómo Estados Unidos y
los países de la OTAN tienen exactamente los mismos comportamientos y los
mismos arsenales de destrucción masiva y la misma (o más) sed imperialista e
historial de agresiones internacionales que Putin. ¿Cómo es posible que Anne
Aplebaum no cite realidades objetivas como la inmensa red de bases militares
estadounidenses a lo largo y ancho del planeta o las cantidades mucho más que multimillonarias
que el ejército estadounidense consume cada año?. El texto de Applebaum es una
vulgar arenga de guerra hecha, con toda probabilidad, para una población
estresada que no le es posible pensar —seguro que ella lo piensa así—.
Entonces, volviendo al título de
esta reflexión… cabe que los pacifistas, esos auténticos lobos disfrazados con
piel de cordero, sean en realidad testaferros de Putin en suelo europeo.
Gentuzas que está trabajando, dándose o no dándose cuenta, en favor de las
guerras y en favor de la posición militar expansionsita de Putin. Ya.
Le pregunto a Applebaum: ¿ya que
van de frente contra la democracia y están, en realidad, disparando contra los
parlamentos democráticos de Occidente, no sería conveniente encarcelar a
todos los y las pacifistas mediante alguna directiva de las fiscalías generales
de los países UE y se evite así el peligro de su posible influencia negativa en
la opinión pública?. Se lo pregunto a Applebaum porque ella no lo ha pedido, no
lo ha escrito, pero es la consecuencia más directa y obvia de su reflexión:
estado de guerra para todos ya e inmediata militarización de las conciencias,
pacifistas y desertores al paredón. Excepto, naturalmente, aquellos que se
arrepientan de su fascismo y firmen un acta de adhesión de envío de más y más
armas a Ucrania.