GLORIA FUERTES (1917-1998), INSUMISA RADICAL.-
No matemos al
vecino
invitémosle a
tocino.
No levantad
barricadas
besad a
vuestras amadas.
No pensad en
los difuntos,
¡dormid
juntos!
(Gloria Fuertes
en: “Pacifista de verdad (una que quiere llegar)”
En el poema “Un hombre pregunta…” dice refiriéndose al misterio de ser: “de nada vale que te diga que está en las manos de todo el que trabaja, / que se va de las manos del guerrero, / aunque éste comulgue o practique cualquier religión dogma o rama…”. La verdad y la violencia no casan bien para Gloria Fuertes. La vida y la destrucción son antónimos.
En “No perdamos el tiempo” dice
que los poetas deberían “arrancar las espadas… gritar al poderoso… asediar
usureros”; quizás se refería, no sé, a decirles NO a quienes, con la sangre de
muchos inocentes, financian las industrias militares.
En “Mal sueño”, más que enfadada,
grita que detesta la pena de muerte y grita que media humanidad sobra:… los
sabuesos, los contables, los pedantes, los guerreros… Y añade: “Yo / los
miraría / por los rayos esos que he inventado / para el pecho, y a todos los
con manchas, / con cavernas, / los iría a gusto eliminando, / para nada nos
sirven los perversos…”; aunque luego en “A lo mejor un día…” se refiere a Dios
como alguien poético que “protege a los vencidos”, “pero también ama y compadece
a los ricos”…
En “Es inútil” Gloria Fuertes se rebela: es inútil que traten de imponernos que no amemos “al enemigo” porque no está prohibido “comer hombres asados, / con dientes de metralla comer hombres desnudos”, así como “Tampoco han prohibido los niños en la guerra”. Horrorizada, pero insumisa, ironiza desobedientemente en el último verso: “Mientras haya guerras comeré pájaros fritos”.
En “Yo arreglaría el mundo” pide que
evitemos que nos cieguen las balas y, compasiva siempre con los soldados (víctimas)
que son engañados para ir a la guerra, dice que por ella plisaría “a los que
odian con el pie de mis cantos” (no pisaría, sino plisaría: quedaran formando
pliegues e inútiles para la violencia).
En la “Letanía de los montes de
la vida” exclama: “Dichosos los prófugos, / -¡ quién fuera prófugo ¡-, y en “Las
flacas mujeres” denuncia a los autores de las guerras:
He visto en sueños, que hay
varios señores
hablando en una mesa de divisas,
de barcos, de aviones de
cornisas,
que se van a caer cuando las
bombas.
En “No sé” lo repite una vez más:
“ni se mancharán mis manos / con el olor del fusil, menos mal que soy así”;
pero tiene Gloria toques muy pesimistas (¿cómo no tenerlos?): “Nada sabemos
casi: el cáncer no se cura, / la guerra no se para, / la guerra nos separa
hermanos negros, amarillos, de todos los colores…”. Termina este poema: “¡Cuánto
os quiero! / A lo mejor es bueno desesperarse mucho”.
Totalmente frente a las guerras, quijota
del amor, Gloria Fuertes es una poeta que canta por derecho, en favor, en
defensa, en elogio, en pura loa de la Noviolencia (desde una posición ética muy
tolstoiana):
EL VALIENTE
No es ése, es
el otro. / El valiente está quieto. / Ni se defiende ni ataca. / Ni mata ni
muere; / éste es el valiente. / El que llamáis cobarde. / El que no triunfa,
gana. / El que no muerde, vence. / Ese que calla, tiene la razón. / El que
confía hasta en el hombre malo, / el que se clava el cuerno del amor, / ¡ése es
el valiente!”
A este respecto, una moral de “inocencia”,
no criminal, véase también el poema “El primo”.
En “Lo confieso” vuelve a esta
ética radical de la Noviolencia: “intenta dar un beso al enemigo / verás que
sale luz de tu costado”. Y, a mayor abundamiento, sobre la dificultad de hallar
la paz en este mundo véase el poema “Mirad qué feos…”
De forma permanente, sin
desaprovechar prácticamente ningún poema suyo, su espíritu antibelicista se
derrama entre versos explícitos contra los enfrentamientos militares: “el
periódico nos dice la noticia: / se avecina la garra de la guerra” (“Estamos
bien”); “es un volar palomas sobre los proyectiles” (“Cirio sin muerto”).
En “Tener un hijo hoy…” no puede
ser más clara en su denuncia contra la guerra: “Tener un hijo hoy, / para
echarle en la boca del cañón / … / para que luego aprenda la instrucción / … /
para testigo de la destrucción… /”. Naturalmente, agradece a Dios “no haberme
hecho legionario” (“Acción de gracias”).
“Aquí no hay ningún sabio” es, y
otra vez, un grito contra la violencia de las guerras… un poema donde pide que
las armas sean convertidas en azucarillos, que debería ser la auténtica
labor de los sabios.
Su ética contra la cobardía y las
mentiras le hace escribir suave pero firme: “Hemos de procurar no mentir mucho.
/ Sé que a veces mentimos para no hacer un muerto, / para no hacer un hijo o
evitar una guerra… “ (para no ir a la guerra, vamos) (en “Hemos de procurar no
mentir”).
En “Aviso a los gobernantes del
mundo” Gloria advierte a los poderosos de la furia violenta (que no admite pero
que ve justa) de los pobres del mundo (“mendigos / a refugiarse bajo el puente
roto”) que han sido robados por los de siempre:
Dicen que van a venir en una
noche
a vuestra tumba a colocaros…
flores
y yo lo aviso a Vuestras
Ilustrísimas
porque soy pacifista y no me
atrevo
a silenciarlo aunque lo creo
justo.
Patea, vocifera, se desespera
frente a la violencia mortífera de los de arriba: Es obligatorio no asomarse a
la ventanilla, / porque tienes que estar vivo si organizan la guerra… / … tener
enemigos / es obligatorio todo esto, / y encima te prohiben escupir en el suelo”
(en “Es obligatorio…”)
“ ¡ Firmes ¡ / ¡ Formen fila ¡ / ¡
Arrestado el que rompa ¡ / ¡ Marchen ¡”, dice en “Voces me llaman”, añadiendo en
“Desde que nací en los diarios siempre viene un parte de guerra”: “Después
cuando la guerra, / rezaba para que no sonara la sirena…”; y también: “esos
nervios eléctricos del más alto voltaje / que hacen temblar las Bases de
Defensa” (“Tormenta de rayos”); o, a veces escéptica, en “Para qué luchar”: “¿Y
para qué luchar /con cuatro carabinas oxidadas / con cuatro poesías de derribo,
/ cuatro gatos que somos / de profesion anti-velistas -de velas-, proBelenistas
/ y antibélicos?... contra la bomba-padre el último cartucho…”
Y en “Poeta de guardia” (los
poetas como pacifistas siempre en vela), resistiendo a la soledad de un mundo
sin alma:
…o conferencia internacional
(esto sería bomba -pacifista-)
O que la radio dijera finalmente:
La guerra de Vietnam ha
terminado¡¡
Sin perder del todo su sentido de “la paz y la esperanza” (en “La Felicidad tampoco existe”), Gloria Fuertes vibra contra la violencia en cada poema y casi en cada verso: “no ser tan criminales como somos” (en “Tener de todo un poco”)… “Cuando una ya se sabe casi todo / empieza a caminar muy lentamente / pero luego sucede de repente / que pisas una trampa de la armada” (en “Cuando uno ya sabe…”); pero lo hace desde cierta amargura, desde cierto profundo dolor porque sabe que los hombres-hienas inventaron las pedradas, las Cruzadas… (en “La Humanidad”) y los Vietnam (en “Porqueses”).
Gloria mira a su alrededor y se
sabe a sí misma como un ave raris: “Sólo hablo cuando estoy sola; / a mi
corazón se le ha roto una bola / a la paloma de la paz la cola, / mi sistema
nocturno no funciona…”; una paz no es solamente ausencia de guerra, sino la
presencia de la vida, de la serenidad, del amor: “En los ojos de los hombres
nada veo, / a veces les cuelga una lista de muertos / de las sucias pestañas. /
Por eso retorno a tus manos, que siempre me ofrecen un mendrugo de paz (en “A
no ser en tus manos”). Siempre el amor como antídoto de la guerra y la muerte
del alma: “La muerte es una costumbre de la vida. / En las guerras la costumbre
pasa a vicio. / Oye, / si me prestas tus manos hago un milagro” (en “Minipoemas”).
No es solo la violencia de la guerra
lo que Gloria Fuertes denuncia en todo momento, es también la violencia contra
la Naturaleza (“En los bosuqes de Penna (USA)”), o contra las mujeres (“Soy
solo una mujer”), o contra la misma humanidad, o contra las diferencias
Norte-Sur (en “Un ¡ay!”). Pero ella es, lo reiteramos de nuevo, una incansable “poeta
de guardia”: “Yo, la tan pacífica, / estoy impacífica impaciente. / Yo, la tan
tranquila, / estoy de sostén de fuerza / de camisa, de Vietnamita -norte o
sur-, / ¡ Ese Cristo del siglo XX / muerto por nosotros ¡ / – no amén –“ (en “Extranjero-noticias”)
Como ella, ella misma, ha dormido
en el metro “por miedo al despellejo de metralla” (en “He dormido”), con gran dureza
irónica, sin ambages, en “Si hubiera atómica”, en “Bomba” y en “Que no llegue
ese fin de semana”, denuncia la capacidad de exterminio total de los poderosos
y gobernantes:
SI HUBIERA
ATÓMICA
Cuando en la
tierra sólo merodeen roedores,
nosotros estaremos
en la quinta…
del Sordo.
Y el polvo
-hecho polvo
el pobre polvo-
flotará fraccionado,
sin un mueble
donde posar su
capa de polvo.
Flotará
eternamente
como yo como
tú,
entre un prado
de lija
y un cielo muy
azul.
En “Carne de cañón” va concluyendo esta su selección personal de poemas: “Reconocer que somos
sub-desarrollados, / niños sin colegio, de una aldea antropófaga, / llamada
mundo”. Y, desesperada, escribe:
ESTÁ CLARO:
Cuando el mundo el paraíso era,
Le habitaba una sola pareja
-hasta se saben sus nombres…
Y si esto verdad fuera,
Descendemos del incesto y el
incesto degenera…
¡Ya me explico tanta guerra!
Pero y aún así, a pesar de esos negruzcos versos, oscila y vuelve
al humor rebelde: “¡Vivan los laborófabos!, / -auténticos pacifistas- / -nunca
dan golpe-“; “desde el Galaxio / la tierra es niño / vestido de azul / con su
metralleta / y su canesú”.
Una insumisa radical, vamos.
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Aparte de este articulito que hemos escrito, para quien quiera profundizar más véase
en:
https://revpubli.unileon.es/ojs/index.php/cuestionesdegenero/article/download/3767/2643/11681