Leyendo este reciente buen artículo de Luis González (Ecologistas en Acción) /https://vientosur.info/estrategias-decrecentistas/, me he preguntado qué papel le toca jugar al pacifismo, a los movimientos de solidaridad internacional y al multiculturalismo (ninguno de los tres mencionados por Luis) en la necesaria estrategia decrecentista y emancipatoria ante el desmoronamiento o colapso en el que estamos ya inmersos.
Porque el militarismo es la acción política exterior más obvia que desarrollan nuestros estados para, implementando estrategias extraordinariamente violentas, mantener el actual "sistema global" de depredación-producción, consumo y enriquecimiento de las élites.
El actual recrecimiento de las geoestrategias de bloques (un neoliberalismo neocolonialista), alrededor de grandes potencias militares intervencionistas, hace que la insolidaridad internacional y los comportamientos depredatorios de los grandes países continúen asolando el planeta y produciendo unos efectos sociales (obviamente, con consecuencias ambientales) devastadores. Prepararnos nosotros para los apagones intermitentes de luz eléctrica mientras en muchas ciudades, pueblos y aldeas del mundo no llega nunca el fluido eléctrico, es una acción resiliente coja e incoherente. No olvidemos que las guerras y los gastos militares multimillonarios, no puede obviarse este asunto, es la eficaz resiliencia que, desde hace tiempo, implementan los poderosos para garantizar que no habrá cambios... sin contar un "orden interior" implacable de índole mediático-policial y control exhaustivo de individuos y masas que da la razón a la distopía orwelliana como forma evolucionada del fascismo.
El racismo en sus distintas formas, y no solamente el fascismo rupestre de Vox, es una de las bases que hacen posible el actual entramado internacional de cosas basado en un despliegue permanente de la fuerza bruta (incluidas las armas de destrucción masiva) que mantiene situaciones de desigualdad auténticamente genocidas (no solo ecocidas) en el planeta y que vulnera los DDHH más elementales en tantas partes.
El análisis alternativo del colapso no puede reducirse a una defensa y resucitación de los ecosistemas para evitar un resquebrajamiento definitivo de Gaia, sino que debe incluir de manera central un enfoque feminista, pacifista, solidario y multicultural. Estos aspectos serán los que, de la mano de una acción decididamente ecologista y también del apoyo muto defendido por Luis, tejerán el clima de resistencia y la implementación de las alternativas que necesitamos (no solo las clase medias depauperadas de Europa) para cambiar las tornas aquí y en otros muchos países respecto a los que somos totalmente interdependientes.
Pienso que el legado de Gandhi, la no violencia, podría ser el marco conceptual bajo el que emprender, en sus distintos aspectos, la resistencia y las alternativas que hemos de construir al mejor ritmo posible.
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