domingo, 1 de octubre de 2017

La violencia contra el pueblo catalán es inadmisible y debe juzgarse en los tribunales.

La violencia es en sí misma la prueba del fracaso de la democracia. Cuando la violencia de las fuerzas policiales no solamente entra en escena, sino que es la única respuesta de un estado para con sus ciudadanos pacíficos y honrados entonces la democracia entra en bancarrota y asoman sus garras las prácticas dictatoriales. Quizás es, precisamente, lo que el PP busca para, por esta desesperada vía, hacer crecer su poder en el país y evitar que se hable de su situación generalizada de corrupción y de la crisis social. Pero este tiro del PP, a la vieja usanza tipo Fraga o Martín Villa, esta vez le va a salir por la culata.


Hay imágenes de violencia policial que sobrepasan cualquier comentario posible. Son imágenes de violencia gratuita de policías contra votantes en el referéndum del 1-0 en Cataluña que demuestran el espíritu de brutal represión que el gobierno ha querido transmitir al pueblo catalán. Los policías que golpean y empujan con ira incontenida a los votantes, los cuales votantes se sujetan a un comportamiento noviolento, está claro que lo hacen no con la fuerza de sus botas, porras y músculos, sino con la fuerza que les ha dado el PP y el "a por ellos, oé, oé":


Tiene que llegar el momento en este país en que estas brutales cargas policiales contra la población indefensa, que no está haciendo otra cosa que intentar votar, sea juzgada por tribunales imparciales que impongan a los responsables de las mismas, empezando por el ministro del Interior, las penas más severas.


En este momento (domingo 1-O a las 17,40h.) no sabemos qué más puede ocurrir en las calles de Cataluña, pero solamente una cosa de este complejo asunto ha quedado muy clara: la cúpula del PP es un peligroso cáncer para España. No hay más que recordar hechos, igualmente graves, muy recientes: