A mí, que fui en Jerez (y, alguna vez, a Málaga) a todas las manifestaciones del 15M, no me ha gustado nada que Pablo Iglesias haya usado, hasta la saciedad, eso de "yo soy un patriota"... No sé muy bien qué significa ser patriota hoy, aunque sí sé (porque tengo 53 años) que en épocas no lejanas el patriotismo del "Todo por la patria" se usaba como una enseña del credo franquista "una, grande y libre". Aunque sea un tópico decirlo, mi única matria es la Andalucía cultural, solidaria, abierta, alegre, que, a pesar de nuestra dura historia de opresión, llevamos grabada en el alma. Una patria marcial, enmarcada entre columnas dóricas y frontispicios de nosequé, no conozco, ni me interesa, ni creo que sea defendible. La patria que estamos obligados a defender (artº 30 de la Constitución de 1978) es, en cierto y claro sentido, la satisfacción y el regocijo de los fabricantes de guerras y los especialistas en "deber de proteger".
Me hablan de las patrias y me echo un poco a temblar; justo lo mismo que cuando veo las graves disputas entre Irán y Arabia Saudí -esas patrias dirigidas por teocracias belicistas- en medio de la guerra que se desata alrededor del astuto gobierno de Israel. Me hablan de gestos patrióticos [aunque, es cierto, ya pocos emplean ese lenguaje aquí] y me vienen a la cabeza hechos como la Semana Trágica de Barcelona... aquella historia de reclutamientos forzosos y muerte para los soldados para que unos cuantos caciques se enriquecieran con las minas del Rif. No sé, a mí lo de la "patria" me suena a cuento de Calleja, a pesadilla arcaizante, a ideal rancio de todos contra todos, a mentira mortífera. Los pueblos tienen derechos y cultura, los poderosos y sus ejércitos fronteras y patrias que defender.
El caso, emocionada literatura antipatriótica aparte, es que el sr. Méndez de Vigo (uno que ahora es ministro de Educación en sustitución del melifluo sr. Wert) y el sr. Morenés (uno que sabe mucho de fábricas de guerra) se han puesto de acuerdo, en representación de los ministerios de Educación y "de Defensa", para que los alumnos y alumnas de este país valoren más a sus Fuerzas Armadas, acepten la idea de la guerra como recurso útil para la resolución de conflictos, comprendan y justifiquen los brutales gastos militares, admitan el intervencionismo militarista en todas partes, vean con buenos ojos la OTAN, etc. El Ministro de Educación y el Ministro de la Guerra llaman a ese descarado adoctrinamiento "cultura de defensa".
El pedagógico acuerdo interministerial queda en familia, dado que "El hermano del ministro Méndez de Vigo, [ha sido] nombrado director del gabinete técnico del Secretario de Estado de Defensa. Su otra hermana, Beatriz, es secretaria del CNI. La mujer del ministro es, además, prima segunda de Morenés y del presidente de Endesa" (véase: http://www.lamarea.com/2015/11/30/el-hermano-del-ministro-mendez-de-vigo-nombrado-director-del-gabinete-tecnico-del-secretario-de-estado-de-defensa/; así como la relación familiar de Morenés y de Méndez de Vigo con un conocido y violento ultraderechista: http://www.eldiario.es/politica/ultraderechistas-detenidos-Morenes-Mendez-Vigo_0_174633393.html)
El patriótico convenio educativo-militar entre uno y otro ministerio puede leerse aquí:
http://www.defensa.gob.es/gabinete/notasPrensa/2015/12/DGC-151102-acuerdo-educacion-.html
http://www.defensa.gob.es/Galerias/gabinete/ficheros_docs/2015/texto-integro-acuerdo-Defensa-Educacion.pdf
Pero, ¿cuál es el fondo político que está detrás de este afán pedagógico del Ministro de Defensa?. Pues que el gobierno del PP sabe muy bien que el NO A A GUERRA continúa teniendo una enorme relevancia política en este país; sabe que ese NO A A LA GUERRA le ha impedido -por el momento- desatar su casi incontenible furor belicista en suscribir los bombardeos solicitados por Francia contra Siria; sabe que le obliga anualmente a camuflar el presupuesto general de Defensa con mil trucos (reales decretos extraordinarios, etc.); sabe que el NO A LA GUERRA, lo mismo que logró aquella histórica campaña de oposición a la permanencia de España en la OTAN en 1986, pesa mucho frente a las locuras del armamentismo rampante ordenado por Bush, Obama, etc.; en suma, el Partido Popular sabe y siente, de un modo muy vivo, que las ideas pacifistas de todos los territorios del estado español -y a pesar de las diversas traiciones del PSOE a estas exigencias de Paz y Desarme: al escudo antimisiles, por ejemplo, me refiero- permanece profundamente arraigado en la conciencia social mayoritaria.
Pero el temible Partido Popular busca un ariete para intentar socavar esa histórica resistencia cívica contra las guerras, y es la fría instrumentalización de una determinada Educación para la Paz usada como arma ideológica, como doctrinero caballo de Troya, para forzar a los alumnos y alumnas a cuadrarse ante ciertos momificados epígrafes de la Constitución de 1978 que tienen que ver con una de las peores herencias que el franquismo nos dejó: el ejército es GARANTE de la unidad de la patria y de toda nuestra democracia. Es decir, no se admiten fórmulas pacíficas y civiles de resolución de conflictos políticos porque ese jugoso papel está reservado, por la vía de las armas, llegada la ocasión, al ejército español. Si hubiese algún conflicto que la Jefatura del Estado considere que afecta a la Constitución, y no siendo los tribunales y la legislación vigente capaces de llegar o generar acuerdo, entonces la fuerza armada habría de intervenir para "garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional" (artº 8). La fuerza armada de los ejércitos de tierra, mar y aire son -como se diría en el lenguaje de la arquitectura- la clave de bóveda bajo la cual se desgrana todo el orden constitucional... a lo que en mi pueblo llamamos, más vulgarmente, palo y tentetieso.
O sea, y siendo más claro: se va a enseñar a los alumnos y alumnas de este país que el Jefe del Estado (un rey hijo de otro rey elegido por Franco) es quien puede declarar la guerra o hacer la paz (artº 63) y puede seguir ostentando -que para eso, tan vivamente, se decantó Juan Carlos I, en su día, a favor de la OTAN- el mando supremo de la fuerza militar (artº 62); que los tres ejércitos señalados tienen derecho a protagonizar el papel político que acabo de explicar en el párrafo anterior (artº 8); que la pena de muerte está justificada en tiempos de guerra si así lo quieren esos tres ejércitos nuestros (artº 15); que las Comunidades Autónomas no pueden decir nada en materia de seguridad y Defensa (artº 149); que la Constitución no se cambia ni en tiempos de guerra ni en tiempos en los que esté declarado por ejemplo el estado de excepción (artº 169), que es un derecho y un deber defender a España (artº 30), etc. Ya lo he dicho antes de un modo sencillo: palo y tentetieso.
Tampoco el brillante convenio Defensa/Educación cita en ningún momento la vigente Ley 27/2005, de 30 de noviembre, de fomento de la educación y la cultura de la paz; una ley donde puede leerse una exposición de motivos cuyo contenido material dista mucho de lo que el ministro de educación y el ministro de la guerra pretenden ahora esparcir por el entramado educativo del estado. Así como tampoco cita el fundamental artº 2 de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora del Derecho a la Educación:
"La actividad educativa, orientada por los principios y declaraciones de la Constitución, tendrá, en los centros docentes a que se refiere la presente Ley, los siguientes fines:
a) El pleno desarrollo de la personalidad del alumno.
b) La formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales, de la igualdad entre hombres y mujeres...
...
g) La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los pueblos y para la prevención de conflictos y para la resolución pacífica de los mismos y no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social".
Afortunadamente, el convenio firmado por el ministro de la guerra y por el ministro de educación está obligado a dejar las cosas más o menos abiertas para no interferir en las competencias educativas que legalmente corresponden a cada consejería de educación de cada comunidad autónoma. Por tanto, aquí sí, muchas personas podremos influir para que sea más prioritario "Educar para la Paz y la No violencia" que promover una "cultura de la defensa" que es incapaz de cambiar el rumbo de dolor y destrucción que este siglo XXI, imitando al siglo XX de las viejas patrias, quiere imponernos.
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Síntesis de la noticia sobre la firma del convenio Defensa-Educación en El País:
http://politica.elpais.com/politica/2015/12/04/actualidad/1449234371_443493.html
El pedagógico acuerdo interministerial queda en familia, dado que "El hermano del ministro Méndez de Vigo, [ha sido] nombrado director del gabinete técnico del Secretario de Estado de Defensa. Su otra hermana, Beatriz, es secretaria del CNI. La mujer del ministro es, además, prima segunda de Morenés y del presidente de Endesa" (véase: http://www.lamarea.com/2015/11/30/el-hermano-del-ministro-mendez-de-vigo-nombrado-director-del-gabinete-tecnico-del-secretario-de-estado-de-defensa/; así como la relación familiar de Morenés y de Méndez de Vigo con un conocido y violento ultraderechista: http://www.eldiario.es/politica/ultraderechistas-detenidos-Morenes-Mendez-Vigo_0_174633393.html)
El patriótico convenio educativo-militar entre uno y otro ministerio puede leerse aquí:
http://www.defensa.gob.es/gabinete/notasPrensa/2015/12/DGC-151102-acuerdo-educacion-.html
http://www.defensa.gob.es/Galerias/gabinete/ficheros_docs/2015/texto-integro-acuerdo-Defensa-Educacion.pdf
Pero, ¿cuál es el fondo político que está detrás de este afán pedagógico del Ministro de Defensa?. Pues que el gobierno del PP sabe muy bien que el NO A A GUERRA continúa teniendo una enorme relevancia política en este país; sabe que ese NO A A LA GUERRA le ha impedido -por el momento- desatar su casi incontenible furor belicista en suscribir los bombardeos solicitados por Francia contra Siria; sabe que le obliga anualmente a camuflar el presupuesto general de Defensa con mil trucos (reales decretos extraordinarios, etc.); sabe que el NO A LA GUERRA, lo mismo que logró aquella histórica campaña de oposición a la permanencia de España en la OTAN en 1986, pesa mucho frente a las locuras del armamentismo rampante ordenado por Bush, Obama, etc.; en suma, el Partido Popular sabe y siente, de un modo muy vivo, que las ideas pacifistas de todos los territorios del estado español -y a pesar de las diversas traiciones del PSOE a estas exigencias de Paz y Desarme: al escudo antimisiles, por ejemplo, me refiero- permanece profundamente arraigado en la conciencia social mayoritaria.
Pero el temible Partido Popular busca un ariete para intentar socavar esa histórica resistencia cívica contra las guerras, y es la fría instrumentalización de una determinada Educación para la Paz usada como arma ideológica, como doctrinero caballo de Troya, para forzar a los alumnos y alumnas a cuadrarse ante ciertos momificados epígrafes de la Constitución de 1978 que tienen que ver con una de las peores herencias que el franquismo nos dejó: el ejército es GARANTE de la unidad de la patria y de toda nuestra democracia. Es decir, no se admiten fórmulas pacíficas y civiles de resolución de conflictos políticos porque ese jugoso papel está reservado, por la vía de las armas, llegada la ocasión, al ejército español. Si hubiese algún conflicto que la Jefatura del Estado considere que afecta a la Constitución, y no siendo los tribunales y la legislación vigente capaces de llegar o generar acuerdo, entonces la fuerza armada habría de intervenir para "garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional" (artº 8). La fuerza armada de los ejércitos de tierra, mar y aire son -como se diría en el lenguaje de la arquitectura- la clave de bóveda bajo la cual se desgrana todo el orden constitucional... a lo que en mi pueblo llamamos, más vulgarmente, palo y tentetieso.
O sea, y siendo más claro: se va a enseñar a los alumnos y alumnas de este país que el Jefe del Estado (un rey hijo de otro rey elegido por Franco) es quien puede declarar la guerra o hacer la paz (artº 63) y puede seguir ostentando -que para eso, tan vivamente, se decantó Juan Carlos I, en su día, a favor de la OTAN- el mando supremo de la fuerza militar (artº 62); que los tres ejércitos señalados tienen derecho a protagonizar el papel político que acabo de explicar en el párrafo anterior (artº 8); que la pena de muerte está justificada en tiempos de guerra si así lo quieren esos tres ejércitos nuestros (artº 15); que las Comunidades Autónomas no pueden decir nada en materia de seguridad y Defensa (artº 149); que la Constitución no se cambia ni en tiempos de guerra ni en tiempos en los que esté declarado por ejemplo el estado de excepción (artº 169), que es un derecho y un deber defender a España (artº 30), etc. Ya lo he dicho antes de un modo sencillo: palo y tentetieso.
Tampoco el brillante convenio Defensa/Educación cita en ningún momento la vigente Ley 27/2005, de 30 de noviembre, de fomento de la educación y la cultura de la paz; una ley donde puede leerse una exposición de motivos cuyo contenido material dista mucho de lo que el ministro de educación y el ministro de la guerra pretenden ahora esparcir por el entramado educativo del estado. Así como tampoco cita el fundamental artº 2 de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora del Derecho a la Educación:
"La actividad educativa, orientada por los principios y declaraciones de la Constitución, tendrá, en los centros docentes a que se refiere la presente Ley, los siguientes fines:
a) El pleno desarrollo de la personalidad del alumno.
b) La formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales, de la igualdad entre hombres y mujeres...
...
g) La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los pueblos y para la prevención de conflictos y para la resolución pacífica de los mismos y no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social".
Afortunadamente, el convenio firmado por el ministro de la guerra y por el ministro de educación está obligado a dejar las cosas más o menos abiertas para no interferir en las competencias educativas que legalmente corresponden a cada consejería de educación de cada comunidad autónoma. Por tanto, aquí sí, muchas personas podremos influir para que sea más prioritario "Educar para la Paz y la No violencia" que promover una "cultura de la defensa" que es incapaz de cambiar el rumbo de dolor y destrucción que este siglo XXI, imitando al siglo XX de las viejas patrias, quiere imponernos.
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Síntesis de la noticia sobre la firma del convenio Defensa-Educación en El País:
http://politica.elpais.com/politica/2015/12/04/actualidad/1449234371_443493.html