domingo, 23 de noviembre de 2014

Pepe Beúnza hace memoria y sigue proponiendo la Noviolencia.

A Pepe Beúnza le conocemos todos y todas por su lucha en favor de la Paz y por su apuesta por la Noviolencia:



Pueden conocerse su trayectoria y opiniones a través de diversos vídeos y libros:


LA UTOPÍA INSUMISA DE PEPE BEUNZA174 páginas
Una objeción subversiva durante el franquismoISBN: 978-84-88455-08-6
Pedro Oliver Olmo10,00 €
Virus

El valenciano Pepe Beunza con su negativa pública a realizar el servicio militar, en 1971, en plena dictadura, se convierte en el primer objetor político al ejército en el Estado español. Su acto de desobediencia civil, preparado meticulosamente, cuenta con una amplia campaña de apoyo que trasciende las fronteras del Estado; y sentaría las bases de un incipiente movimiento antimilitarista que daría lugar, con el tiempo, a un potente y exitoso movimiento de insumisión.



La societat noviolenta. Converses amb Pepe BeunzaPDFImprimirE-mail
Escrito por Pere Ortega   
llibre Pere-Beunza Icaria 2012

La societat noviolenta. Converses amb Pepe Beunza.
Publicado por el ICIP la colección HERRAMIENTAS de Paz, Seguridad y Justicia, en la editorial Icaria, Barcelona, 2012
Este libro es fruto del diálogo entre Pere Ortega y Pepe Beunza, primer objetor al servicio militar obligatorio por motivos ideológicos el año 1971.
Autor: Pere Ortega (Coordinador del Centro Delàs de estudios para la paz)
Lengua: catalán


Pero, aunque conocemos lo que ha hecho y dicho Pepe Beúnza durante mucho tiempo, defendiendo el derecho a la Paz, practicando la Noviolencia y la desobediencia civil, hablando a otros sobre la urgencia y la necesidad de buscar modelos no armados de Defensa, etc., me parece interesante que nos detengamos en leer, lentamente, sintiendo el fondo ético que da origen a sus reflexiones, un texto suyo, reciente, donde él recuerda lo vivido y donde alienta a seguir trabajando por ideas ética y políticamente tan sencillas como viables, a saber, que es posible una defensa alternativa noviolenta y que es posible superar el peligroso mito de que los ejércitos defienden la paz.

Le he pedido permiso a Pepe Beúnza para publicar esta reflexión suya (ya publicada en una revista catalana) y me ha contestado literalmente: "Por supuesto. Yo escribo muy poco y lo hago para que tenga  toda la difusión posible. Además como todos mis escritos,  se puede retocar, añadir. quitar o mejorar. Así que no tienes ningún problema. Salió publicada en catalán en Septiembre  en la revista ciutats constructores de pau (ciudades constructoras de paz) pag. 24 editada por el Ayuntamiento de Sant Boi del Llobregat y es un número monográfico con motivo de unas jornadas. Solo se publicó la mitad pues era muy extenso. Así que tienes la primicia del artículo completo. Y no tiene ningún problema de difusión y copia. Yo lo enviaré a los amigos pues puede servir para recordar en las charlas sobre la historia de la objecion-insumision. Puedes ver la web https://ciutatsconstructoresdepau.wordpress.com/"

El talante alegre, sencillo, apasionado, esperanzador, luchador, honesto, directo, lleno de energía y humildad de Pepe Beúnza conecta directamente, de una manera natural, con el espíritu de compromiso y entrega de la Noviolencia. Y ese es el diáfano espíritu que respira cada línea de este texto que ahora aquí se da a conocer en su versión completa, con su permiso.

Su mensaje es, aunque humilde, muy antiguo y muy poderoso: no matarás. 


LA OBJECION DE CONCIENCIA

La persona que dice no a lo que considera una obligación injusta, lo hace públicamente y acepta las consecuencias,  desarrolla una fuerza más poderosa que un estado, un dictador o una ley. Así entiendo yo la objeción de conciencia.

Siempre se paga un precio, a veces pequeño, pero según en qué circunstancias, puede significar la libertad o la vida. En este caso el efecto dominó puede ser tan importante que consiga que las leyes injustas desaparezcan o los tiranos caigan. No siempre se gana pero la dignidad personal y el ejemplo quedan tan evidentes, que algo cambiará aunque se tarde  tiempo.

Es difícil teorizar sobre la objeción de conciencia pues en principio  es una decisión personal arriesgada,  y hay tantas objeciones como objetores. Es por  eso que escribo sobre la que mejor conozco que es la objeción al servicio militar obligatorio. Si  la objeción se convierte en colectiva, la acción  se politiza y el tiempo de cambio se acelera.

MOTIVOS PARA RECORDAR

En el Estado Español la campaña de objeción a la mili duró treinta largos y duros años (1971-2001) pero creo que valió la pena  y es necesario explicarla por tres motivos.

El primero es que la razón  por la que muchos objetamos, sigue siendo actual. Ningún ejército nos puede defender de un ataque con armas atómicas biológicas o químicas y seguimos gastando miles de millones de euros en ejércitos para beneficio del negocio de la guerra. Con la cuarta parte de lo que el mundo gasta en armas se podría eliminar el hambre, dar salud y cultura a todos, agua potable y dignidad, pero despilfarramos en armas que en el mejor de los casos serán para chatarra y en el peor para construir nuestra propia tumba.

Nos hemos vuelto locos, unos un poquito por no defender la vida con más fuerza y otros que son  los que mandan, totalmente. Hay acumuladas en el mundo armas atómicas para destruirlo quince veces. ¿Donde está la cordura?

Cualquier niño que venga a este mundo en vez de recibir, como sería lógico, comida, amor, refugio, cultura y todo lo que hace la vida humana, recibe quince condenas a muerte, esperando a que un loco empiece a apretar unos botones.

Pero la fuerza de la vida y el amor ganan y por eso aun estamos vivos.

El segundo motivo es que fue una campaña noviolenta que salió bastante bien (en las luchas sociales nunca se gana del todo). Cuando estaba solo y perdido en la cárcel de Valencia, ni en los momentos más optimistas, podría haber soñado que en treinta años acabaríamos con la mili con un balance tan espectacular: casi un millón de objetores, treinta mil insumisos dispuestos a ir a la cárcel y unos mil años de cárcel cumplidos. La campaña se convirtió en una magnífica escuela de cambio social para los que participamos y de la que se puede aprender mucho. Las victorias animan y ayudan a seguir.

El tercero es que no hay conquistas para siempre. Lo estamos viendo ahora. Con la excusa de la crisis-estafa estamos perdiendo a pasos de gigante, derechos laborales, de salud,  educación etc. que creíamos asegurados.

Si no seguimos luchando contra el militarismo y por el desarme, cualquier día desaparecerá este bonito planeta que llamamos tierra y que hemos convertido en un polvorín.

ETAPAS DE LA CAMPAÑA

Para investigar y conocer la campaña de objeción habría que dividirla en cuatro etapas. Objeciones individuales (1971-75), objeciones en grupo y servicios civiles (1975-84), insumisión (1984-96), insumisión en los cuarteles (1997-2002). Estos datos son del libro "En legítima desobediencia, tres décadas de objeción, insumisión y antimilitarismo" de Editorial Traficantes de Sueños. Libro a todas luces imprescindible para poder entender cómo fue posible tanta heroicidad insumisa.

En 1970 había en las cárceles españolas unos 150 testigos de Jehová por  no querer hacer la mili, declarándose objetores. Fuimos a hablar con ellos para organizar una campaña de denuncia pero nos dijeron que no porque  esperaban el Armagedón (fin del mundo) que estaba próximo y que ellos no hacían política. Con gran pesar vimos que no podíamos contar con los testigos y que nuestra campaña debía ser diferente. Entonces decidí que sería objetor noviolento.

Yo vivía en Valencia y estudiaba ingeniería agrícola en la universidad. El movimiento antifranquista era muy activo y me incorporé a las  actividades del sindicato democrático de estudiantes. La policía me detuvo un par de veces así que adquirí  una cierta experiencia en la lucha por los derechos humanos.

En verano viajaba en auto-stop a Francia para trabajar y respirar libertad. En uno de esos viajes conocí la comunidad del Arca, fundada por Lanza del Vasto que era discípulo de Gandhi. Allí aprendí muchas cosas totalmente desconocidas en nuestra reprimida sociedad, entre ellas la objeción de conciencia.

En el código de justicia militar no existía el delito de objeción  pues para un militar franquista era impensable que alguien rechazara el "gran honor" de ser soldado. A los objetores se les condenaba por desobediencia al no querer vestir el uniforme y una vez cumplida la condena se les llevaba de nuevo al cuartel para hacer la mili y se les volvía a condenar por desobediencia reincidente hasta que cansados de ellos, después de diez o quince años de cárcel se les enviaba a casa.

Me preparé lo mejor que supe y en enero de 1971 me declaro objetor de conciencia noviolento y me meten en el calabozo del cuartel del pueblo de Marines en Valencia.
En ese momento empieza una campaña de apoyo internacional, coordinada por Gonzalo Arias,  que habíamos preparado viajando por toda Europa con los Amigos del Arca,  la Internacional de Resistentes a la Guerra (WRI) y el Movimiento Internacional de la Reconciliación (MIR). De esa manera se da a conocer un problema que estaba totalmente escondido entre la cantidad de derechos humanos que pisoteaba el franquismo.

El gobierno influido por la presión internacional y las campañas de apoyo promulgó una ley  por la que se condenaba a los objetores a una sola pena de tres años de cárcel. A mí me condenaron en dos consejos de guerra y después de dos años de cárcel y quince meses en un batallón disciplinario en el Sahara me enviaron a casa.

En ese tiempo surgieron otros objetores noviolentos, Jordi Agulló, Joan Guzman, Víctor Boj, Rafa Rodrigo y suponemos que algunos otros pero como lo hacían de manera individual solo sabemos de los que se coordinaron con la campaña.

Pese a la represión del gobierno se hicieron numerosos actos de protesta y denuncia. No solo en el extranjero donde los grupos de objetores asumieron nuestra lucha con gran simpatía y solidaridad sino también aquí. Recogidas de firmas, ayunos, manifestaciones, encartelados, pintadas etc.etc.

Después de varios años nos dimos cuenta de que era necesario amplificar y fortalecer la objeción y para eso decidimos organizar un grupo de objetores. Es importante explicar que la mili tenía aceptación popular. Los padres decían a los hijos que en la mili los harían hombres y la foto del hijo jurando bandera ocupaba un lugar destacado del comedor de las casas. Por eso, para que se pudiera entender lo que significaba nuestra objeción y el célebre, siempre actual y poco repetido "Gastos militares para gastos sociales", nos fuimos a vivir a Can Serra, un barrio de Hospitalet (Barcelona) con muchas carencias sociales pero de gente luchadora.

 Allí organizamos una guardería y un centro social para la gente mayor. A los amigos de más confianza les explicábamos, que hacíamos aquellos trabajos en vez de ir a la mili para que entendieran la objeción como algo positivo. Después de varios meses, cuando en el barrio ya se nos conocía, en navidad de 1975 los objetores de Can Serra hicieron un manifiesto público negándose a ir a la mili, informando de  lo que hacían en  el bario y el porqué. Fueron detenidos y llevados al penal militar de Figueres, pero la semilla estaba echada. Se incorporaron más jóvenes y se organizaron servicios civiles en diferentes ciudades. La objeción se extendía como gota de aceite y las campañas de apoyo a los objetores presos eran de una gran imaginación y eficacia. También eran otros tiempos. Franco había muerto en Noviembre del 75 y llegaban vientos de libertad.

Vino la Amnistía, volvieron a detener a más objetores y a ponerlos en libertad hasta que por un decreto se dejó de perseguir a los objetores  situándolos en una especie de limbo jurídico de incorporación aplazada. Esto permitió un gran crecimiento de la objeción. Eran tiempos de mucha esperanza pero difíciles. La libertad se conquistaba día a día. En Valencia, con  el grupo de objeción organizamos una librería inspirándonos en la barcelonesa L'Arc de Santa María, para vender libros pacifistas difíciles de encontrar y también como centro de reunión y coordinación. Reunimos el poco dinero que teníamos y pusimos mucha ilusión y trabajo. Se llamaba Agre-Dolç y era una librería pequeña pero muy eficaz. Al poco tiempo, los fascistas, una noche nos tiraron unos cocteles molotov y la quemaron.  Lo denunciamos a la policía aunque sabíamos que protegían a los fascistas. No nos dimos por vencidos, organizamos una venta de libros quemados y con ayuda de amigos volvimos a abrir la librería. Volvieron a quemarla y ya no tuvimos dinero para volverla a abrir. Los seguros no cubrían atentados y el gobierno solo ayudaba a las víctimas de atentados de la izquierda.

Eran tiempos duros pero la objeción crecía de manera espectacular y teníamos mucho trabajo. No había tiempo para lamentaciones. En 1984 se publicó el reglamento de objeción de conciencia y empezaba una nueva etapa.

El gobierno, con una gran torpeza hizo un reglamento pensando en contentar a los militares y en vez de resolver un problema, creó otro del que pronto  se arrepentirían pues no se imaginaban el vendaval de heroísmo que se les enfrentaría. El reglamento fue rechazado por la mayoría de objetores y así  surgió la insumisión. INSUMISO. Que palabra más hermosa ¡¡ El que no se somete¡¡. Todos deberíamos ser insumisos. Era difícil explicar lo que quería decir objeción de conciencia pero insumiso se entendía enseguida.

El reglamento era como un castigo para los que no quisieran hacer la mili y se les obligaba a realizar una prestación social del doble de tiempo que la mili. Era un pequeño avance y entre la cárcel (no todos estaban preparados) y la mili muchos jóvenes aceptaron la ley pero otros muchos recogiendo el relevo de  la lucha antimilitarista, se declararon insumisos.


FIN DE LA MILI

Los insumisos vieron que peligraba su campaña pues las absoluciones silenciaba el problema y de una manera brillante  cambiaron de táctica.

Decidieron que puesto que la mili era un problema militar era a ellos a los que había que implicar. Estamos en 1997 y empieza la insumisión en los cuarteles.

La idea consistía en ir a la mili y después de una semana marcharse desertando públicamente y declarándose insumiso.  Era un problema muy incomodo pues además de que obligaba a organizar la poco gratificante burocracia del consejo de guerra, la deserción creaba mucho malestar por la repercusión que tenía entre los soldados, poco convencidos de la bondad de la mili.

Los Consejos de Guerra se utilizaban como altavoz para amplificar la denuncia del militarismo y era emocionante ver a los insumisos decirles de todo a los militares que les juzgaban y que éstos no tenían más remedio que escucharlo. La insumisión pagaba un duro precio pues se les condenaba a dos años cuatro meses y un día de penal militar.

La objeción y la insumisión tenía en aquella época un crecimiento tan espectacular que los militares temieron que en algún reemplazo no se presentara nadie por lo que no tuvieron más remedio que acabar con el servicio militar obligatorio. Estaba previsto que la mili fuera voluntaria en 2012 pero se tuvo que adelantar de manera improvisada a 2001. En el año 2002 salieron los últimos valientes insumisos de la cárcel. Se decretó la amnistía para 4000 insumisos procesados y 20 insumisos desertores. No nos dio  tiempo para celebraciones, empieza la guerra de Irak y los locos se apuntan. Hay que sembrar sentido común.

Me gustaría copiar  un panfleto precioso  que repartíamos en 1993 y que recuperé antes de que se perdiera, para celebrar el decimo aniversario del fin de la mili:

Decía así:

En el año 71 a.c. moría en Lucania, en plena batalla contra los romanos, el ex esclavo Espartaco, después de haberse liberado de la esclavitud,  junto a más de cien mil compañeros como él. Los romanos victoriosos, ejecutaron a seis mil de los prisioneros clavándolos en la cruz. Toda aquella gente murió convencida de que algún día la esclavitud desaparecería de la tierra. Creyeron que alguno lo había de intentar.

EL TIEMPO LES HA DADO LA RAZON.

En época de la Inquisición, muchas personas murieron en la hoguera por no renunciar a sus creencias. Sabían que algún día la persona tendría el derecho de creer en cualquier religión o de no creer en ninguna. Prefirieron morir en defensa de este derecho.

EL TIEMPO LES HA DADO LA RAZON.

A principios de siglo, muchas  mujeres sufragistas inglesas  sufrieron persecuciones y cárcel, solo porque pedían el  derecho al voto femenino. Sabían que algún día, la mujer tendría el mismo derecho a votar que el hombre. Pero alguien debía intentarlo.

EL TIEMPO LES HA DADO LA RAZON

Hoy en día, hay jóvenes que se niegan a hacer el servicio militar y son perseguidos. Saben que nadie, ni el propio Estado, tiene  derecho a retenerlos contra su voluntad, ni que sea por poco tiempo.

Creen también –como aquellos antepasados- que llegará el día en que no se podrá alistar a ningún joven para hacer un servicio militar o de cualquier otra clase sin contar previamente con su consentimiento.

EL TIEMPO LES DARÁ LA RAZON.

                                   COLECTIVO DE PADRES Y MADRES DE INSUMISOS.

Este documento se repartía en 1993. En aquellos momentos dramáticos, más de 200 insumisos estaban en la cárcel y 3000 más estaban procesados pendientes de  juicio. Hoy diez años después, la mili obligatoria ha dejado de ser una pesadilla y los jóvenes pueden dedicar ese tiempo a disfrutar de la vida, del amor y a seguir luchando por una sociedad más justa y pacífica. Hemos cumplido más de mil años de cárcel pero creemos que ha valido la pena. Aun queda mucho por hacer pero de momento
EL TIEMPO NOS HA DADO LA RAZON               

Moraleja: Las leyes injustas se pueden cambiar. Esa es la base de la estrategia de la Desobediencia Civil.

TEORÍAS DEL CAMBIO

Ya que estamos con el tema, valdría la pena hacer un poco de teoría noviolenta.

La noviolencia política tiene cinco fases que a veces son cronológicas y a veces de manera creativa se superponen. Son: Colaboración, Denuncia, No cooperación, Desobediencia civil y Solución alternativa.

COLABORACION.- El noviolento no es un broncas que siempre busca problemas con la autoridad, al contrario. Cuando se sufre o se conoce una injusticia lo primero que se hace es hablar con el responsable para que conozca el problema, comprender nosotros su punto de vista y pedirle que solucione el conflicto y que nosotros le ayudaremos. Pocas veces da resultado por lo que se pasa a la segunda fase.

DENUNCIA PUBLICA.- Hay injusticias que permanecen porque no se denuncian. Siempre ha sido así, nos dicen. Hay que despertar a los dormidos y crear una conciencia de justicia. En sociedades democráticas con libertad de opinión se pueden utilizar muchos medios de denuncia pública con poco riesgo. Incluir el humor en la denuncia la hace mas pedagógica. En otras sociedades la denuncia de la injusticia puede costar la vida. Hay que ser prudente y medir las fuerzas.

Hay quien confunde una manifestación con la toma del poder y acaban quemando o rompiendo objetos. De esa manera, la manifestación en vez de servir de denuncia de una injusticia y crear simpatías, crea confusión y miedo, bien aprovechado por la prensa del poder para desprestigiar la causa de la manifestación.

NO COOPERACION.- Es la siguiente fase. Ningún tirano, ningún dictador, ninguna injusticia puede durar sin la colaboración por acción (beneficio de unos pocos) o por omisión (el miedo de muchos). No debemos decir que "tenemos lo que nos merecemos" porque no es lo mismo nacer en Nigeria que en Suiza. Con esa frase desmotivamos a la gente con la terrible culpa cristiana que nos dice que hay que resignarse porque ya tenemos lo que nos merecemos. Todo lo contrario, podemos y estamos obligados por nuestra dignidad de personas, a construirnos una vida de libertad y solidaridad y defendiendo esos valores ya los vivimos en nosotros. Se puede ser muy libre en la cárcel. Como decía Camilo Mejía, desertor en la guerra de Irak "Estoy confinado a una prisión, pero me siento más conectado que nunca con toda la humanidad. Detrás de estos barrotes soy un hombre libre porque escuché a un poder superior, la voz de mi conciencia..."

La no cooperación, la huelga de brazos caídos puede poner en fuga a un tirano.

DESOBEDIENCIA CIVIL.- Es una tema que está de moda y por eso conviene explicarlo bien. Se confunde a veces con la noviolencia pero es una de sus estrategias.

Es un desafío al poder. Lleva riesgo y hay que prepararse bien. Consiste en escoger una ley que mayoritariamente se entiende como injusta y se desobedece públicamente. Se  aceptan las consecuencias y se ocupa la cárcel como universidad de los pobres y altavoz de la campaña.

Si participan un buen numero de desobedientes se consigue la victoria.

SOLUCIÓN ALTERNATIVA.- Es la parte más difícil y la más necesaria. Ya se dice que  es más fácil predicar que dar trigo. Consiste en poner en práctica, según nuestras posibilidades, aquello que  pedimos al poder. Gandhi organizaba comunidades donde se vivía según lo que pedía al invasor británico. Dicho de otra manera según lo expresa Andrie Lorne "Nosotros mismos tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo"

Esto nos obliga a ser realistas. Si otro mundo es posible, hay que empezar a construirlo ya.

LOS MITOS DE LA DESTRUCCION

Con la lucha noviolenta no siempre se gana, depende de muchos factores, pero siempre se avanza, se aprende, nos hacemos más sabios y mejores para la siguiente campaña, pero lo que hay que machacar en la cabeza de la gente es que sin lucha siempre se pierde.

Cuesta avanzar, a veces di charlas a un público de solo  dos personas, pero no conozco otro camino. Me desconcierta que muchas veces cuando defendemos el desarme unilateral como  única  forma de supervivencia, nos preguntan lo que haríamos si nos invadiera un ejército enemigo.  Yo los miro como si me preguntaran por una invasión de marcianos pero es una preocupación tan extendida que hay que responder.

Es muy importante desmontar dos mitos. El primero es que los ejércitos defienden a los pueblos. Si repasamos la historia del ejército italiano o francés durante los últimos doscientos años no parece que hayan defendido al pueblo muchas veces, y si repasamos la del ejército español es como para salir corriendo cada vez que veamos un soldado. Los ejércitos americanos, rusos, o chinos no salen mejor parados. Si es cierto que ese mito alimenta el negocio de la guerra para lo que se necesitan enemigos reales o ficticios.

El segundo mito, es que la violencia resuelve conflictos. Vivimos en una sociedad en la que se nos quiere imponer la violencia, la competitividad, la velocidad, la moda enfermiza, el culto a tener y todas esas enfermedades  pero por suerte la mayoría sigue siendo sensata. La violencia engendra más violencia

Cuando estalla un conflicto cogemos las ametralladoras, cuando lo lógico sería utilizar la razón,  el sentido común, la compasión, la  calma, la justicia, cualidades que nos hacen  personas y a las sociedades más felices. Las guerras lo destruyen todo y perdemos tiempo y dinero en preparar la próxima, que con tanto negocio, seguro que llega.

SEGURIDAD, AMENAZAS Y OPORTUNIDADES

Es cierto que tenemos amenazas y necesitamos seguridad. La pobreza, la injusticia, el paro, la falta de vivienda digna, las listas de espera en los hospitales, la delincuencia organizada, la dictadura financiera, la contaminación, el cambio climático y muchas más amenazas pero  no vemos  que el ejército pueda resolverlo y la policía si no cambia bastante, no parece dar mucha seguridad a la gente de la calle.

Un pueblo sin ejército puede defenderse de una posible invasión (y lo que es más importante, de un posible  dictador). Para que sea factible, se necesitan varios cambios  sociales. El primero es que la riqueza esté repartida y la sociedad tenga una estructura justa. Cuando estaba preso y me interrogaba el capitán juez me preguntaba que haría yo si nos invadiera el ejército francés. Era 1971 y le contestaba tonterías pero en el fondo pensaba que ojala nos invadieran los franceses. Tendríamos libertad, democracia, seguridad social enseñanza gratuita etc. etc.   No sé qué pensaba aquel capitán que debía defender yo de aquella España oprimida.

El segundo es una sociedad descentralizada con personas acostumbradas a tomar decisiones en libertad, a depender de ellos mismos. Con varios centros de poder difíciles de ocupar.

El tercero es una sociedad entrenada en las técnicas de la noviolencia, acostumbrada a defender sus derechos y a desobedecer órdenes injustas.

Pocos adversarios querrían invadir un país con esas características. Sus propias tropas desertarían. Que se lo pregunten al ejército ruso cuando invadió Checoeslovaquia, que no daba abasto para reemplazar las unidades  llenas de desertores, convencidos por una población amable y luchadora. 

Hay más ejemplos, casi todos improvisados pero que nos dan una gran lección y nos llenan de esperanza. La caída del dictador Marcos de Filipinas, la resistencia del pueblo danés a los nazis, las luchas de Gandhi contra el mayor imperio colonial, la  revuelta de los generales en Argel en 1961, el putsh de Kapp (Alemania) en 1920 y otros muchos que ya se ocupan de que queden bien escondidos entre tantas hazañas bélicas para que las guerras no desaparezcan.
El psicópata Hitler enfrentado al psicópata Stalin nos regalaron 25 millones de muertos. Con la ayuda de Hiroshima y Nagasaki suman unos cuantos más. Espero que algún día aprendamos de la historia.

Como decía Gandhi: En la tierra hay suficiente para todos, pero no para la codicia de unos pocos.

Pepe Beunza
Julio 2014