martes, 6 de noviembre de 2012

¿Seguro que llueve lo mismo para justos y pecadores?

Yo no estaría tan seguro de esa frase de la Biblia (del Evangelio de San Mateo, me parece). Lo digo porque, ante los ojos del Dios cristiano, todos (ricos y pobres) merecemos que el sol nos alumbre y caliente, todos merecemos que la lluvia nos dé de beber y riegue todos los campos, pero, divinas intenciones aparte, ¿cómo resignarse a que las inundaciones se ceben siempre sobre los más pobres y una espléndida lluvia de millones (procedente de los recursos públicos) caiga sobre los campos de los ricos que son cada vez más ricos?. Cuánto esfuerzo de la izquierda, de los trabajadores, de la ciudadanía en general, para construir una Cultura europea internacionalista, de los pueblos, de la igualdad de derechos y oportunidades, de la justicia social, de las libertades auténticas que generan los lazos de solidaridad humana frente a las tiranías, de la democracia real ya, para que ahora nos encontremos mandoneados por unos cuantos millonarios codiciosos e irresponsables que pretenden quebrarnos el espinazo y la dignidad.

Los justos padecen lo indecible y los pecadores hacen el agosto… Así que, en suma, no creo que llueva igual para justos que para pecadores. Preguntaré a mis amigos católicos a ver qué quiere decir una frase tan llena de ecuanimidad teológica pero, a la vez, tan exasperante desde el punto de vista de la justicia humana. No violencia. No matar. Bajo ningún concepto. Estoy totalmente de acuerdo, pero ¿qué hacer con quienes favorecen la muerte y la desesperanza al amparo de leyes tan injustas?, ¿qué hacer cuando quienes planean y ejecutan todo un sistema de injusticias se ceban impunemente sobre los trabajadores, sobre los más humildes, etc.?. Me acuerdo ahora de una canción de Violeta Parra en la que ella se preguntaba: Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma que están degollando a sus palomas…

Cuando las cosas van tan mal porque los gobernantes se aplican, con tanta frialdad cómplice, a ejecutar órdenes sistémicas cabalmente antisociales que recortan los derechos sociales y dan la espalda a las necesidades básicas de la inmensa mayoría, hay que activar la conciencia ética, política, desde posiciones muy críticas, para que los poderosos adviertan que no pueden seguir por ahí. La Huelga General del 14 de noviembre debe servir para hacer oír todo esto al gobierno. Pero ya no sólo, por citar algunos ejemplos, para exigir convenios mejores, o condiciones de despido laboral menos dolorosas, o la dación en pago, que también, sino para cambiar el sistema y poner en marcha otro mundo mejor posible donde el derecho al trabajo, o a tener una vivienda, o atención médica, etc., no sean mercancías en manos de unos cuantos cuatreros sin alma.