sábado, 14 de noviembre de 2015

La masacre de París nos advierte del abismo de las guerras.


Queda claro que el camino de las guerras, el militarismo, los bombardeos, los drones, etc., no generará más que una imparable y creciente espiral de violencia. Queda claro que necesitamos poner sobre la mesa opciones de paz y de cooperación internacional para superar para siempre este mortífero y repetitivo intercambio de acciones militares de los países occidentales y de respuestas terroristas por parte de grupos islámicos radicalizados.


Mi condena más firme a los criminales que han segado la vida de muchas decenas de personas y han herido gravemente a otras tantas. Su acción es absolutamente injustificable. Se debe hacer justicia para que se les aplique, a todos los que han cometido directamente -o colaborado en- este ignominioso ataque, el máximo rigor de la ley.

Mi condolencia a los familiares que ahora tendrán que asumir el inmenso dolor generado por este duro atentado militar. Ánimo a quienes han sobrevivido a esta infernal sangría de inocentes. Solidaridad con el pueblo francés para que pueda seguir adelante en democracia y en defensa de los derechos humanos de todos.

Los asesinos que han causado tan inmensa destrucción en París deben ser procesados por la justicia, pero también debe terminar el intolerable camino militarista e intervencionista de los países de la OTAN en todo Oriente Medio y norte de África; nuestros gobiernos no pueden continuar adelante con sus arsenales nucleares y sus inmensos gastos militares y sus falsas intervenciones humanitarias.

Ahora debemos acompañar en el dolor a quienes han sufrido, exigir que se haga justicia y exigir también que ningún país ni partido político europeo adopte actitudes racistas, ni belicistas, ni vengativas. Porque debe prevalecer la Paz y la defensa de los Derechos Humanos, no el terrorismo o el militarismo o el racismo.