domingo, 6 de mayo de 2018

El JEMAD dice que quiere más y más dinero para armas y guerras.

Un vídeo mortecino, aunque digno de ver, donde un lacónico y quejoso JEMAD se lamenta, advirtiendo a los políticos de las infinitas amenazas que el mundo nos trae, acerca de los supuestos recortes del presupuesto militar:


El JEMAD, General Alejandre, trata de leerle la cartilla a los parlamentarios, a pesar de que el aumento del gasto militar ha sido de más de un 10% en el último presupuesto aprobado... denunciando (valga la expresión) que el presupuesto militar aún no ha vuelto a ser garboso y creciente como lo era en 2008 cuando empezó la crisis. El general adopta una actitud lastimera, de víctima, y dice que a pesar del esfuerzo de contención del Mº de Defensa, no puede, con tan escasos recursos (según él) adquirir nuevos materiales, modernizar la cosa, ganar operatividad en las "misiones asignadas", etc. Alejandre señala la "situación crítica" de las FAS y piropea, a la vez, los esfuerzos que está haciendo el secretario de estado de Defensa por implementar un nuevo programa de inversiones militares...

Lo más sustancial de este vídeo es, quizás, la descomunal colleja que el general pretende asestar al Congreso, acusándole veladamente de ser los políticos quienes con sus dudas y malas decisiones están abocando a las FAS  a una supuesta "situación crítica", como lo han hecho con las decisiones controvertidas acerca del pago fraccionado de la deuda de Defensa (gloriosamente reducida por el Mº, dice él, de 30.000 a 20.000 millones de euros en la actualidad).

Hay que reparar atentamente en estas calculadas palabras del general a partir del minuto 16,10: "Como bien saben, estamos inmersos en la fase de definición del proceso de planeamiento de la Defensa y por ello ahora mismo desarrollando lo que será el objetivo de fuerza a largo plazo que marcará las prioridades de las Fuerzas Armadas en un horizonte temporal de 20 años. Los primeros resultados, como consecuencia de esto que acabo de citar, muestran unas carencias importantes, es necesario llevar a cabo un importante programa de inversiones en el que me consta que el Ministerio y el secretario de estado están ahora mismo en él. Este objetivo de fuerza a largo plazo del que les hablo orientará el planeamiento a corto y medio plazo y se está elaborando evidentemente con la previsión de la evolución del recurso financiero alineada con el compromiso de gasto de incrementar la inversión en Defensa. A fin de que el planeamiento de la Defensa no condujera a unas Fuerzas Armadas disformes sería fundamental que ese plan de evolución del recurso financiero contara, primero, con todo el apoyo posible de esta Cámara y segundo lo ideal sería que estuviera comprometido por ley ya que si posteriormente las inversiones no alcanzaran la cifra que ahora nos marcamos como objetivo podríamos estar ahora mismo tomando decisiones que fueran desacertadas tanto porque no pudiéramos, a pesar de obtener las capacidades, sostenerlas a continuación, como por la perspectiva de contraer una deuda o compromiso de pago que impida en el futuro, como sucede en la actualidad, modernizar y adaptar as fuerzas armadas".

Asombrosamente, el discurso de Alejandre -que trata de culpar al Congreso de la inmensa deuda militar- termina con una llamada a la "prudencia", que según él consistiría en no entrar al trapo del debate sobre gasto social/gasto militar, ya que, según él, tan importante es uno como otro. Y pide a los políticos que sean ellos quienes hablen a los ciudadanos sobre "cultura de defensa", que sean los políticos, no los militares, quienes abanderen la campaña en favor de la "seguridad y la defensa" que hace posible, según él, nuestro nivel de libertad y seguridad...

En fin, destaco de todo lo que dice este general Alejandre una cuestión de fondo: que al hablar sigue mostrando cómo las FAS no han logrado, ni lograrán, convencernos de que el gasto militar creciente y la implicación en varios frentes de guerra internacionales son una "inversión en seguridad" útil para nosotros. En definitiva, se trasluce claramente en su manido discurso que él sabe que los ciudadanos no confundimos "defensa y seguridad" con una política concreta del Partido Popular impúdicamente entregada al belicismo y a la locura militarista en tantas partes del mundo. Ese es el quid de la cuestión que él no quiere asumir. Así que, le guste o no, el dilema sigue siendo "cañones o mantequilla", sigue siendo: políticas que conducen a un estado de guerra permanente o políticas que conducen a la paz y a la seguridad a través del desarme en un contexto internacional de cooperación y solidaridad.