miércoles, 1 de julio de 2020

¿Beneficencia pública de caridad o servicios públicos de calidad?


Es evidente que la derecha quiere no solamente desmontar los servicios públicos a base de sucesivas, constantes y calculadas operaciones de privatización de los mismos, sino que también busca derrocar una forma de pensar, a saber, aquella que sostiene que lo público (la gestión del agua, de la sanidad, de la educación, etc.) ha de gestionarse desde lo público. Dicho de otro modo: la derecha considera que es mejor que el que quiera una pensión se la pague, si puede, a precio de oro a lo largo de una vida, en vez de que la obtenga (como un derecho reconocido fruto de la dignidad humana de la persona que la necesita) por ley y a través del presupuesto del estado. C’s, Vox y PP no solo quieren desmontar los servicios públicos, para, según ellos, avivar los negocios privados, sino que quiere desmontar una mentalidad comunalista de organizarse la sociedad, aquella que defiende lo público, lo que es de todos, como marco o fórmula de resolución de las necesidades sociales. Según estos partidos de derechas es mejor que cada uno se busque la vida, como hacen en EE.UU.; y el que no sea capaz de comprar un buen seguro médico simplemente es que es un vago…

Entonces, conforme a esta obsesión individualista del sálvese quien pueda, la derecha lo tiene muy claro: debilitar, fragmentar, romper y desacreditar los servicios públicos, a la vez que poner en marcha un sistema decimonónico de beneficencia para “los más necesitados”. Es lo que el rey Felipe VI ha venido a escenificar a Sevilla en el barrio de las 3.000 viviendas… dar caridad a los pobres luciendo tupé y carita de pena ante los periodistas.

La derecha (o el PSOE cuando hasta no hace mucho cerraba plantas de hospitales y reducía sin pudor las plantillas de médicos y profesores) sabe que para hacer eso hay que convencer a la población de que esos tijeretazos son la mejor gestión posible, la que ahorra, la que evita que los funcionarios se coman el dinero público, la que genera eficacia en la sociedad… La derecha, con sus turbios discursos y sus innúmeros casos de corrupción, se ve obligada a degradar la imagen y la calidad de los servicios públicos, a través de campañas de desacreditación, para adquirir coartadas suficientes y luego perpetrar su benéfico plan (conocido popularmente como: democracia de amiguetes).

En mi opinión, esta es la cuestión que la ciudadanía tiene que resolver… si es justo que el PP de Jerez vendiera por nada la gestión de las aguas a Aqualia. Si es justo que nuestros políticos se endeuden con los bancos (lastrando por decenas de años la capacidad municipal de ofrecer servicios públicos de calidad) para luego tener que despedir personal, o no tener ni para comprar folios en las oficinas. El Ayuntamiento en la quiebra y los bancos forrándose de dinero con intereses a tantos por ciento leoninos. ¿Cómo se organiza semejante desfalco de las arcas públicas y qué políticos consienten esta gran operación de acoso y derribo de lo público?.

Hay que defender lo público, por supuesto, pero hay que combatir también la idea de que esta sociedad es una selva donde los más avispaos deben hacer negocio con lo público, rompiéndolo y degradándolo. Porque, al igual que sabemos que los golpes de estado y las dictaduras son lo peor que nos pueda pasar, así debemos recordar cada día que la gestión pública de los bienes públicos para alcanzar el bienestar público no puede ser la carne de cañón que necesitan devorar las empresas del IBEX35 para seguir su huida hacia el infinito de las ganancias antisociales, dejando a muchos en la miseria, la emigración y la desesperación.

En la concentración del pasado martes 30 de junio en la plaza del Arenal, organizada por la plataforma “Jerez por los servicios públicos”, alguien dijo al principio del acto que ya los más mayores conocemos lo que fueron las prácticas benéficas del estado y de otras instituciones… Y es cierto, sabemos cómo funciona la mentalidad asistencial de los poderosos, cómo los de más arriba son los primeros en alentar a la caridad y a la ayuda a “los necesitados” en vez de organizar con racionalidad y eficacia las emergencias sociales y, más cotidianamente, las necesidades básicas de la gente. Todo esto lo conocemos, todo esto lo sabemos en nuestras carnes y en la vida de nuestros padres y abuelos.

La derecha propone, como ha hecho siempre, controlando las finanzas y el poder mediático, su viejo concepto de beneficencia pública acorde con su mentalidad salvaje de la sobrevivencia de los más aptos. La izquierda simplemente tiene que: a) continuar su labor pedagógica en favor del bien público, y b) poner sobre la mesa el concepto de dignidad humana, por lo demás tan ajeno a la lucha de todos contra todos que quisiera los depredadores de siempre.

Los que están a favor de enaltecer a emprendedores benéficos como Amancio Ortega, héroes no sé de qué, ya nos están demostrando, vía cambio climático o vía prohibición de la tasa Tobbin o vía descoyuntamiento del mercado laboral, lo que les importa la vida digna. No les importa nada. Destruirán el medio ambiente del planeta entero, si les dejamos, y seguirán sin piedad con su programa de recortes y de degradación del Bien Público. No les dejemos.