El periódico Público ha
sacado a la luz una investigación (https://www.publico.es/politica/exclusiva-juan-carlos-i-rey-juan-carlos-i-fraguo-fortuna-venta-armas-paises-arabes-colon-carvajal-khashoggi.html)
en la que se revela que el rey Juan Carlos I se ha lucrado con el comercio de
armas relacionado con Arabia Saudí y otros países. Esta noticia viene a sumarse
a otras, relativas a la fraudulenta fortuna del rey Juan Carlos I, sus deudas a
Hacienda, etc., que ponen en tela de juicio no ya lo que ha hecho la Casa Real
durante 40 años en este sentido, sino también lo que el régimen democrático ha
permitido hacer a los reyes durante ese tiempo, mirando hacia otro lado y, en
estos momentos, torpedeando las iniciativas parlamentarias que piden a voz en
grito investigar estas cuestiones tan graves (cuentas en paraísos fiscales,
ocultamiento a Hacienda…) (https://elpais.com/espana/2021-03-05/unidas-podemos-registra-una-nueva-comision-de-investigacion-en-el-congreso-sobre-el-rey-emerito.html).
Así que en este país no
se puede pedir un referéndum casi de nada, pero sí se puede desde la jefatura
del estado, amparada en una inviolabilidad medieval por gracia divina,
implicarse en el comercio o tráfico de armas internacional para sacar tajadas
millonarias… Vaya¡¡¡ Pero reflexionemos con un poco de calma, porque la
gravedad del caso es total.
Y lo es porque cuando un
jefe de estado se lucra personalmente con el comercio de armas de guerra, lo
que está haciendo es poner, por razones obvias, como aval a su propio país. Nos
está comprometiendo a todos en negocios que no solo le enriquecen a él, sino
que nos pone en riesgo como país, ya que él se convierte en rehén político de
los agraciados (sean compradores o fabricantes o vendedores o intermediarios de
ventas de armas de guerra). El rey Juan Carlos I ha conseguido que Navantia
haga en España toda una flota de guerra para Arabia Saudí más una base naval,
es decir, ha conseguido que el estado español se vea militarmente implicado
hasta la médula en el avispero del Golfo Pérsico.
A este rey, que sigue
fugado en Arabia Saudí, le da igual todo, le da igual la seguridad y la Paz de
España, solo piensa en forrarse, presuntamente. Un rey, una Casa Real, que
tiene a día de hoy dos cargos públicos de enorme trascendencia: la jefatura de
estado y la jefatura suprema de las FAS… y que, sin el más mínimo temor, ha
usado esos dos cargos para enriquecerse personalmente y comprometer la neutralidad
y la seguridad de su país.
Pero todos sabemos que si
ha hecho eso durante años, lo ha hecho con el beneplácito del estado español y
de los sucesivos gobiernos de España; y que, precisamente, la razón de que el
PP y el PSOE se dediquen a cubrirle ahora las espaldas es porque en su momento
sabían perfectamente del asunto y guardaban discreción… es decir, le estaban
encargando al rey ese trabajo de estado a cambio de suculentas tajadas,
supuestamente. Es imposible que el rey Juan Carlos haya cometido,
supuestamente, tales delitos sin que el aparato del estado lo supiera y lo
consintiera. Es decir, Juan Carlos I ha actuado no en solitario, sino de la
mano de los intereses del estado español y sus más altas instituciones, amen de
ciertas fábricas y compradores de armas. En definitiva, la situación es que el
estado español, a cambio de dinero, supuestamente, encargó al rey Juan Carlos
mediaciones, corredurías y favoritismos del que él se lucraba a cambio de
posicionar a España en la parrilla de países con alguna influencia en la OPEP.
Últimamente, el encargo
de 5 grandes barcos de guerra a Navantia y la construcción en Arabia Saudí (un
país en dictadura y en guerra con Yemen) de una base naval en Yeda eran
colosales negocios (alrededor de 2.000 millones de euros) del estado español que
venían a coronar una labor diplomática (llamémosla así,
como lo han hecho los medios de desinformación de este país durante años) de la
Casa Real en esta cuestión.
España en el ojo del
huracán, es decir, en el avispero del Golfo Pérsico, con un intermediario, el
rey Juan Carlos I, que se ha lucrado del asunto al parecer lo indecible… La
política Exterior y de Defensa en manos de comerciantes de armas y
comisionistas. Vaya situación. ¿Y la ciudadanía debe consentir este bestial estado
de cosas?. Porque la degradación democrática que estos gravísimos hechos
suponen es total. Los jueces, la prensa, el parlamento, la ciudadanía, todos
están concernidos ante esta cuestión en la que la Casa Real es la punta del
iceberg. El militarismo más desbocado, a través de un entrañable cazador de
elefantes, se ha comido a España.
¿Cómo desenredar esta
endiablada madeja de fraudulencias, militarismo y desnortamiento que el PSOE y
el PP han permitido?. El actual rey hijo del fugado, que también ha participado
en fortalecer las relaciones España-Arabia Saudí, debe abdicar la corona en el
estado español; deben cancelarse inmediatamente los contratos de armas de
guerra con Arabia Saudí; hay que iniciar un nuevo proceso constituyente; y hay
que llamar a las urnas al pueblo español para elegir un presidente de la III
República Española. No hay otro camino. Porque el nivel de corrupción política,
económica e institucional -más que Transición modélica hemos dado a la luz una modélica
Cultura del Pelotazo- sobrepasa ya todos los límites. Un parlamento que se
niega a investigar estas cuestiones es un parlamento muerto, un pelele de
intereses ocultos que los españoles no han votado.
Si no ocurre nada, si se vuelve
a echar arena encima de esta cuestión como hasta ahora se han protegido las
truculencias de la Casa Real, entonces nos quedaremos atrapados en un formato
de monarquía parlamentaria bananera que nos traerá más consecuencias nefastas,
como, por citar dos de ellas, la imposibilidad de desarrollar el estado de las
autonomías como el problema territorial requiere (desde hace tiempo), y el
riesgo de vernos implicados en conflagraciones militares internacionales en el contexto
del Golfo Pérsico (https://elpais.com/internacional/2019/05/13/actualidad/1557772789_530388.html).
Depende de que caiga ya
de una vez por todas esta surrealista y peligrosa Casa Real para que el país
abandone la situación de gravísima degradación institucional en que nos
encontramos varados desde hace unos cuantos años de corrupción desatada, sangrante
precariedad laboral y recortes sociales. No hay otro camino, debido a la
gravedad extrema del conjunto de la situación, que optar por un nuevo proceso
constituyente, soltando el peligroso lastre de una Casa Real que se dedica a lo
que se dedica… A no ser que algunos, esos que alardean de demócratas y de
Transición modélica galáctica, logren enterrar este definitivo reportaje del
periódico Público en una fosa con cal.