30º ANIVERSARIO DEL REFERÉNDUM DE 12 DE MARZO DE 1986 EN QUE EL ESTADO
ESPAÑOL, AL MARGEN DEL SENTIR MAYORITARIO DE LA POBLACIÓN, SE SUMÓ AL
MILITARISMO DE LA OTAN.
Debido a la carrera armamentista y a las
opciones belicistas que han desarrollado tanto el PP como el PSOE en los
últimos 30 años, las organizaciones pacifistas, alarmadas ante
la creciente espiral de violencia militar de los estados en distintos
escenarios internacionales, no han podido dejar de recordar el doloroso
aniversario del referéndum de la OTAN de 12 de marzo de 1986.
No es un mero ejercicio de memoria lo que les ha hecho volver a este asunto, es una denuncia de aquellos lodos lo que los ha hecho advertir a la ciudadanía de los absurdos barros bélicos con que ahora nos
vemos no ya manchados, sino peligrosamente implicados: escudo antimisiles,
Afganistán, Libia, Irak, Somalia, Malí, etc. El resultado real de aquel
referéndum amañado ha sido la implicación de España en todas las guerras de la
OTAN y, sobre todo, hacer saltar por los aires las ideas de neutralidad, paz
y desarme de la mayoría de la población española; una población que, pese a
todo, diría NO A LA GUERRA en marzo de 2003, poniendo contra las cuerdas el
oscuro militarismo pro OTAN de José María Aznar.
En 1986, los dos grandes retos del estado
español fueron la entrada en la CEE y en la OTAN. Para lo primero bastó la opción
europeísta de las fuerzas políticas y de los intereses empresariales y
financieros, para lo segundo, sin embargo, había que engañar al pueblo español
con una finta especial: desvincular la imagen de Franco de las bases militares -construidas
en 1953- que Estados Unidos había sembrado en el territorio. Es decir, había
que hacer pasar las bases de Torrejón, Zaragoza, Rota y Morón, en vez de como
una estrategia del dictador para obtener respaldo internacional y control
político interno, como una apuesta de
integración de la nueva España democrática en el área estratégica
occidental. Se nos amenazó de mil formas diciéndonos que si no entrábamos en la
OTAN nuestras perspectivas económicas se vendrían abajo y España quebraría. Y
así el PSOE amañó un “OTAN, de entrada no” (uno de los ambiguos lemas de las
elecciones generales de 1982) y la Alianza Popular del franquista Fraga
Iribarne, simplemente para tratar de desestabilizar al adversario, optó por
abstenerse.
El aparato del PSOE, que dudó bastante en
si convocar o no el referéndum, se
entregó a fondo para convencer a los españoles y españolas de que la OTAN,
finalmente, podría protegernos de los grandes conflictos que en la época se
oteaban en el horizonte: la posible confrontación nuclear de los dos bloques. Y
así, Felipe González, sin tener en cuenta que Gorbachov ya estaba reformando
una parte del militarismo atómico de la Unión Soviética y que se avecinaba una
época de distensión (hoy en día truncada por el contencioso de Ucrania) nos
vendió esa gran mentira democrática con tres supuestas “condiciones” respecto a
la permanencia de España en la OTAN:
1º) no inclusión de España en la estructura militar integrada de la OTAN, 2º)
no instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español, y
3º) reducción progresiva de la presencia militar de EE.UU. en España.
Aquellas tres condiciones eran,
ciertamente, el resultado de la misma fuerza del NO A LA OTAN, es decir, el
PSOE se vio obligado a contemplarlas por la mayoritaria opinión pacifista de la
población, pero supo darles un trilero vuelco político y conceptual con el objetivo
de, finalmente, sortear el rechazo de la población a las bases, a EE.UU. y a la
OTAN. Por escaso margen (52,54% de síes), el PSOE, con todo el aparato
mediático de su lado y la connivencia de Alianza Popular, doblegó la voluntad
del pueblo español y así el reino de España quedó, hasta hoy, dentro de la
araña negra más mortífera de la historia: la OTAN.
No pueden olvidarse todas
aquellas estrategias políticas de un estado social
y de derecho que aparentó ser democrático al convocar un referéndum sobre
política exterior y de defensa -aunque en realidad no podía negarse a hacerlo
por la gran presión que el pueblo hacía desde abajo para que así ocurriera-,
pero que se volvió contra la voluntad mayoritaria mediante una flagrante
mentira que el PSOE, casi a última hora, impuso a todos, traicionando su propia
trayectoria y los ideales de paz y desarme de la ciudadanía… sin contar el
hecho de que ya el presidente Calvo Sotelo convirtió a España en el 16º
integrante de la OTAN en 30 de mayo de 1982.
También es corrupción política, y de un carácter muy grave, el hecho de que
aquellas tres condiciones hayan sido violadas una tras otra. Es decir: 1º)
España acabó ingresando plenamente en la estructura militar integrada de la
OTAN en 1 de enero de 1999, 2º) España ha seguido recibiendo submarinos
nucleares en Rota y Gibraltar, sin contar con la total ocultación de datos
acerca de otras posibles realidades técnicas relacionadas con armas de
destrucción masiva en suelo español, 3º) España ha permitido el aumento de
tropas en Morón y en Rota, más el escudo antimisiles en Rota, etc.
El coste económico de la permanencia de
España en la OTAN ha sido muy alto, por ejemplo en la política de compra de
armas: actualmente padecemos una deuda de unos 30.000 millones de euros por
este concepto. Respecto a la participación española en las operaciones bélicas
bajo amparo de la OTAN el erario español se ha dejado por el camino alrededor
de unos 10.000 millones de euros desde 1990 hasta nuestros días. Además, el
sostenido aumento del gasto militar español, o bien la resistencia de los
presupuestos militares a no ser recortados, así como el incremento de las
exportaciones españolas de armas -que suponen un claro detraimiento de recursos
económicos para invertir en empleo civil- son consecuencias negativas de la
permanencia de España en la OTAN. Y todo ello, sin contar con las consecuencias
diplomáticas y pésima imagen que los países del norte de África tendrán de un
estado español que se ha destacado a lo largo de estos años por su apuesta por
el control militar estadounidense del mare
nostrum.
En el conflicto sirio -en el que el PP y
el PSOE no se han atrevido, tras los atentados de París, a enviar
cazabombarderos- se está viendo cómo las estrategias de la OTAN se muestran
inútiles para detener la sangría y la inmensa ola de refugiados que se está
produciendo. Por tanto, debido a su inutilidad, a su inmenso coste económico y
despilfarro de recursos, a las consecuencias políticas negativas en el plano
internacional, a los cientos de miles de muertes que ha provocado durante estos
años en tantos conflictos, a su contribución diaria al aumento de las tensiones
militares en el mundo, creemos que la OTAN debe disolverse y dar paso al
protagonismo de la solidaridad internacional entre los pueblos.
Europa no puede mantener una línea de
política exterior y de defensa al margen de la OTAN si la OTAN sigue
existiendo. Por ello, no hay que suscribir ninguna modalidad e integración de España
en la OTAN y si España ya pierde mucho con la OTAN, la Andalucía
bestialmente militarizada de hoy lo pierde todo. Recordemos este aniversario con tristeza y dispongámonos a intensificar el trabajo por la
Paz, desde Andalucía, hacia todos los pueblos hermanos del Mediterráneo y
Oriente Medio, haciendo un llamamiento a las organizaciones políticas de
Andalucía a que trabajen por el desmantelamiento de las bases militares de Rota,
Morón y Gibraltar.
En el 30º aniversario del referéndum de la
permanencia de España en la OTAN repitamos alto y claro: OTAN NO, BASES
FUERA.