A mí no me gusta -aunque lo que se narra ocurriera hace unos 120 años atrás- el ejercicio de liderazgo casi incontestado que el director de este film hace practicar al personaje de Gandhi, ni que no aparezca en la escena ninguna mujer... El 15-M, sin ir más lejos, demostró la capacidad de las asambleas de tomar decisiones de todos y todas y hacer que los poderosos retrocedan en sus perversas intenciones de acantonarse en la corrupción y en la imposición de las injusticias más sistemáticas y descaradas.
Pero de este vídeo pueden extraerse, entre otras, estas tres conclusiones: 1ª.- no es aceptable permanecer pasivos -como si nada ocurriera- ante las injusticias, 2º.- lo más valioso que tenemos es nuestro asentimiento o rechazo ante aquello que consideramos justo o injusto, y 3º.- es posible, con determinación y organización, desobedecer aquello que consideramos atentatorio contra los derechos humanos.
Yo no propongo que nadie se sacrifique, y mucho menos que nadie se lance alegremente a demostrar que hay leyes injustas exponiendo su persona a la represión política, los castigos físicos que la policía impone, etc. Solo digo que advirtamos, con la mayor atención, cuánta fuerza hay en un grupo humano amplio que, logrando salvar sus diferencias internas, se da cuenta de su poder. El valor del meditado arrojo de Gandhi bascula, mucho más que en su valentía para exponerse, en su capacidad de hacer ver a los demás ese poder del pueblo unido en actitud pacífica pero activa. Gandhi, un inteligente catalizador de voluntades, aviva el sentimiento de justicia del pueblo, la fuerza política que ningún gobierno ha podido frenar nunca, desde la óptica de la no violencia.
Hoy la sociedad tiene en sus manos grandes recursos tecnológicos -y experiencias concretas en las que apoyarse- para hacer crecer esa conciencia de no obediencia. Sigamos haciendo ver a los demás cómo esto no es una crisis, sino un gran robo organizado, cómo se nos está despojando de lo más básico, cómo se intensifica un camino de destrucción de la Naturaleza, cómo se continúa adelante con un discurso y una práctica patriarcales, cómo se sigue adelante con las guerras y el armamentismo, cómo se insiste en la competitividad, el culto al éxito dinerario y el consumismo, cómo se permanece en la indiferencia frente a las necesidades de comida, agua, escuelas, etc., de tantas y tantas personas en el mundo...
Lo que Gandhi propone es sencillísimo, eficacísimo y viejísimo: unidad del pueblo, de los pueblos, ante las injusticias. Cultivemos con más ahínco la conciencia que conduce a poner en marcha esta fuerza pacífica e imparable.