domingo, 17 de agosto de 2014

Los nadie aguardan su momento.


Me cansan los políticos (tan absurdos, tan cómplices, tan  fríos y necios) trabajando de correas de transmisión de los grandes intereses. Me cansan tantas mentiras de sus bocas. Tantas y tantas excusas para asegurarse que todos quedemos en silencio y resignados. De verdad que me cansan. Me agota su cinismo de que “ya estamos saliendo de la crisis” cuando todos sabemos que es mentira y cómo nos roban un día sí y otro también. Me cansa oír su falso discurso de la democracia para que soportemos las injusticias que todos conocemos sin que nada cambie. Que se denuncien unos a otros grandes desfalcos convirtiendo la política en un reality show, pero calculando bien los golpes para que nada importante ocurra, controlando férreamente los medios de comunicación y los jueces. Me agota comprobar cómo desde arriba, con una mano, dinamitan el diálogo social justo al tiempo que, con la otra, desmantelan, impunemente, los intereses de la mayoría. Me cansa sobre todo que intenten, con un descaro sin límites, avasallar nuestra mente con idioteces para que no salgamos de la indignidad a la que nos quieren sujetar. Lo único que no me sorprenden son sus ácidas medidas de represión política y de criminalización de los movimientos sociales. Al que hable o se mueva, multa o palo o marginación o, directamente, bolazo de goma en la cara.

Por todo eso me acuerdo ahora, en este agosto desolador que cae sobre Jerez como una losa, de este poema de Eduardo Galeano que habla sobre los desempleados, los abusados, los marginados, los robados, los ignorados, los sin vivienda, los desempoderados, los que sufren las mentiras de la casta y sus empleados:

“Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada./ Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la / liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos: / Que no son, aunque sean. / Que no hablan idiomas, sino dialectos. / Que no hacen arte, sino artesanía. / Que no practican cultura, sino folklore. / Que no son seres humanos, sino recursos humanos. / Que no tienen cara, sino brazos. / Que no tienen nombre, sino número. / Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica / roja de la prensa local. / Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.”